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Como Huellas En El Mar

Los muebles

Los muebles

 

Hay algunos recovecos que huyen, oscurecen y se tuercen. Hay maderas que se cansan, se humedecen, pierden fuerza y se quiebran. Hay camas que aguantan mucho peso o poco uso, muchas caricias y golpes, consuelos y lágrimas. Hay ventanas que te muestran el mundo, hay ventanas que te recuerdan la cárcel, hay ventanas que no llegan a ningún lado, hay las que guardan algo extraordinario y las que te recuerdan que estás bien donde estás. Hay cubiertos que se pierden, de los que brillan y los que dejan de servir. Algunos se rompen, se extravían, que simplemente se oxidan. Hay orígenes de lo electrónico que esclavizan, que hieren, que intoxican. Hay baños solitarios, fríos y extraños. Duchas tibias que enternecen, desoladas, que hierven. Que guardan recuerdos, que queman la piel, que ocultan reflejos, que adornan pensamientos, que lavan pecados. Hay puertas que se abren, puertas corredizas, puertas que no abren, puertas clausuradas, puertas obsoletas, puertas que te llevan a todas partes, puertas que traen desgracias. Puertas rotas y puertas desteñidas. Puertas que siempre quedan abiertas, puertas que jamás se abrirán. Hay techos de madera, techos de cemento, techos de chapa, techos que te recuerdan que la mente asocia con lo desesperado. Techos que te recuerdan lo que habías olvidado, techos de aburrimiento, techos que nos acompaña, techos de ideas grandiosas, techos adornados, techos estrellados, techos que nos resguardan. 

Hay una taza de café, de té, de mate cocido, de leche, de cualquier gusto desmedido. El aroma de la mañana en esa taza, la taza que te acobija, te inunda la garganta cuando tienes un problema, cuando tienes una charla, cuando tienes todo solucionado y cuando crees que es la hora de levantarse. La taza siempre está ahí, esperando ser tomada por cualquier razón que valga o que no valga, da igual. 

El suelo te recuerda el camino, los pasos, dónde fuiste y con quién, te recuerda las pisadas del tiempo y el polvillo de tu escapada al sol. Te recuerda las veces que lo transitaste en buena vibra, cuando lo arrastraste cuando estabas enojado y cuando también pensabas en alguna solución. El suelo siempre está a la espera de que lo sientas, y que no sueñes tanto.

La casa tiene tantas cosas ordinarias y tan extraordinarias que a veces olvidamos que todas las partes conforman un todo. No lo olvidemos. La casa es el alma que atendemos día a día. Y no se aisla, te abraza. Te abraza y te protege, te abraza.. como si tuviese vida. 

Contradicción.

El mundo consigue lo que quiere aunque no quiera, aunque lo que quise me lo quiten y después me duela.

Y al dolerme empiezo a sentir que toda la vida es entera.. Aunque este rota.

La vida continua, sólo me queda seguir, vivir la vida con mi alma vacia. Vacías son las armas que usan los magos, en vendernos el truco y estar atados.

A este mundo viciado que te incita a seguir, tu camino quitandote todo y dejandote en el olvido.

La muerte recuerda que el tiempo se acaba, las puertas se abran, las ideas proclaman.

Solo tu voz ,solo tu mirada ,encamina mi vida y mi rienda desviada.

Desvío en tu canción que oigo por las noches, llueve y mi boca te extraña sin reproches. 

Mi boca que susurra tu nombre y esa triste canción que desgarra el alma y tu respondes.

No respondas si es que mis manos te buscan en la oscuridad permite encontrarte en mis sueños y mas allá. 

Sólo  me queda vivir soñando y morir despierto. Buscando una salida. En este laberinto maldito, viviendo un sueño o mi peor pesadilla.. 

Anhelando tenerte en mis brazos y sentir tu mirada asegurando una salida de este inexplicable tormento. 

Mi peor pesadilla es perder el universo, en sus ojos rendirme ante la melancolía de cerrar sin antojos. 

Antojosque ansío cada día como mirar tus ojos o acariciar tu mejilla parece algo imposible o mi realidad interrumpida.

¿Qué será de mi si no consigo volar? 

Aunque te parezcas a la luna, siento que no te debo alcanzar.

Con mis alas cortadas no tengo a donde ir ni a donde llegar, observo la luna pidiendo piedad. 

Piedad, ¿dónde estás? Que me envuelvo consciente en esta posible soledad.

Soledad que me envuelve y me mantiene cautiva desde el día que me has dicho que te irías..

Soledad la mía, en mi alma vacía, buscarte y no tenerte. Ya no puedo más, ¿dónde estás? Que no te puedo encontrar. 

Nuestro amor se pierde en paisajes olvidados, no te preocupes querido, yo te resguardo.

Igual yo le robo un beso a tu boca y deja de creer que soy poca cosa. 

Me decías en sueños palabras dulces, palabras bonitas, cuánto te quiero! Cuánto te amo! Ya no puedo más. Sólo quiero descansar, vivir soñando morir despierto y nada más. 

Me siento tonta por decirlo pero prefería la mentira que la cruel verdad, lo cual era que tu no me querías. 

Cuántas estrellas lloran por mí, me recuerdan al tiempo en que todo lo conseguí.

Una vida hermosa, una vida gloriosa, todo a mis pies. Todo lo que quería aquellas épocas que en el olvido quedan. 

Que lindo contexto cuando era pequeña, todo era simple, jugaba con las luces y no existían tristezas. 

Estabas tú, lo mas hermoso de este mundo, jugábamos todo el día, yo era el príncipe y tú la princesa, mágicos días, cuanta belleza. 

Lo mencioné muchas veces pero me lo negaste y no lo pude evitar, sueños rotos, promesas vacias, ¿qué pasó? Yo no lo sabía. 

Yo estoy muerto pero de ternura... 

De ternura, llena la habitación, no lo hice con mala intencion, me perdí en tus labios carmesí.. Y no tuvo comparación.

Todo un cuento lleno de fantasía, mágicos días de nunca acabar, que tarde lo supe! Ya que todo tiene un final.

¿Que final esperas? Si siempre te extraño. No escondas tus miedos, soy yo, no te haré daño.

Me miras tal cuál extraño, no temas más, toma mi mano y recorramos juntos lo que queda de este año.

Pocos días quedan todavía, te extraño mucho o ¿acaso no lo sabias? Ya no puedo más te necesito a mi lado y seguir viviendo o ya no hacerlo más. 

Por favor, no te vayas. Quédate conmigo.. Se que todo es relativo y me disculpo. No miremos el reloj, sólo nuestros ojos. 

Ya no mires atrás todo está olvidado. Un nuevo comienzo que solo a tu lado, quiero empezar. Es tu decisión, no lo pienses mas que ya es tarde.

Nunca es tarde amor mío. Dejemos de respirar. Unamos nuestras almas en un solo despertar.

Un nuevo paso en un simple andar, toma mi mano y no lo pienses más. Empecemos este cuento que no tiene final. 

No es cuento, te lo digo, siempre te miré más que un amigo quédate después de las seis que la noche es larga y aún no te olvido.

Me encanta la noche ¿acaso no lo sabías? No es un cuento pero existe el mundo de fantasía

Sabes bien que el amor es una trampa, pero aun así nos atrae la fascinación de un momento arrebatado por un desencanto sin consuelo de dolores y miedo.. 

Miedo a perderte, a que todo lo imagine que pasaria en un futuro se viera sustituido por lágrimas y tormentos, debido a la perdida de un amor que no tiene consuelo. 

Estoy obsesionado, te quiero y te deseo a mi lado. Te observo muy atento , ya es tiempo no te vas a escapar. 

Perderias el futuro por un poco de melancolia?

Perdería hasta mi vida por esta fantasia, yo le llamo amor.

El amor que nos mantiene vivos demostrando que en esta vida gracias a el todo tiene sentido

El amor que siento y el amor que perdí gracias por esos momentos solo me queda esa espina y ese recuerdo pero ya no estas aqui.

Al pasar de los dias tu recuerdo seguira intacto porque el amor es eterno ni a el nos aferramos.

Aferrarse nunca es bueno igual que idealizar.

Idealizar no es malo pero es mejor soñar. 

Estamos jugando, hay muchos que miran nada más.

Soñar despierto y vivir soñando eso quiero no lo puedo evitar. Un simple deseo tan simple y real.  Real como el sol como el aire y la luna, al igual que el puntito diminuto que se encuentra en tu cintura se pierde mi mirada, en tu mirada se pierde todo lo demas..

Todo lo demás es nada..  Cuando la ves habla en silencio, cada sonrisa que deja suena como un stocatto.

Con esa tierna sonrisa y encantadora que sin intentarlo me alegra la vida. 

Que vida la mía, encantado tenerte todavía de esos momentos que paso a tu lado, es extraño. 

Sabías que anhelo mantener tu cuerpo alejado del frío y de cualquier tormento.

Y el tormento es todavia mi mayor droga, aunque aun no te conocía, conocía el la lluvia pero nunca me había mojado, conocia decia y me acomodaba el alma..

Me acomodaba el alma y todo mi ser, lluvia bendita no te acabes te necesito todavía.

Todavía añoro el sonido de tus pasos moviendose en sintonía de una dulce melodía. 

Dulce melodía que me has dejado no duermo aunque quisiera, que brujeria es esta. 

Aquellos que llaman amor a algo que aparece y me hace hacer cosas absurdas, es brujería lo que me hiciste niña, déjame vivir paz.

Linea de salida

Linea de salida

No tengo idea donde estoy. Tengo una presión en el pecho pero no sé que sensación es. No puedo identificarla como propia. Estoy sintiéndome ajeno a ese vacío. Pero aunque estoy lúcido me siento dormido. ¿Qué me pasa? ¿En dónde estoy? No puedo abrir los ojos. Solo oigo la voz interna y los latidos del corazón. Huelo algo.. huelo algo que reconozco de otro lugar, podría ser moho, podría ser.. sí, creo que es humedad. Intenso, debo admitir. Pareciera que estoy reducido y me encuentro rodeado de esta humedad. O será la presión que no me atormenta.. no puedo deducirlo. No veo absolutamente nada. ¿Por qué no estoy despierto? Si así me percibo. Probaré mover los brazos así sentiré el espacio. No puedo moverme tampoco. Debo estar cedado. Un momento, no creo estarlo, sino no podría razonar.. si estuviese en una operación y me hicieran una cirugía debería estar inconciente, pero no lo estoy. Entonces, ¿Dónde estoy?

 

- Buenos días, cielo. - dijo una voz.

Fue como un eco, casi imperceptible pero no para mí. Acaso será que hay otra persona en este sitio oscuro y mojado, pero aun no puedo moverme. Tampoco me desespero, ¿que rayos?

- Despierta, dulzura. - volvió a hablar esa voz.

Sí, exacto. Es una voz. Una ronca, molesta y sarcástica. Reconozco ese tono porque también hablo así. Aunque no pueda dejar de pensar en la maldita humedad que inunda mis fosas nasales.

- Vamos, vamos.. no tengo todo el día. Sólo tengo una hora y me estoy desesperando - exigió.

¿Una hora? Acaso habrá algún reloj. No oigo el tic tac que suelo odiar cuando estoy trabajando. Claro, cierto, el trabajo. Estaba en el trabajo. Sonó un teléfono.. ¿qué pasó? No puedo juntar las imágenes. Estaba allí, luego estoy aquí. ¿Qué sucedió en el medio?

- Bueno, vamos a despertarte de una vez , y te explico todo lo que te cuestiones, querido unicornio. -

¿Qué quiere decir con despertar?

- VAMOS! - exclamó impaciente - VAMOS!

Y sí, pude abrir los ojos. Así sin más. Ya estaba pensando que me encontraba muerto, pero no lo estoy. Ahora veo todo claramente. ¿Estoy atado? No. Sólo recostado. La habitación a penas se percibe, estoy entre cuatro paredes de cemento llenas de rayas blancas tachadas y muchas manchas de humedad; lo sabía!

- Tenemos que hablar, imbécil - dijo y me miró fijamente. Su silueta la percibí en la poca luminosidad de la celda; sí, celda. Maldición.

- ¿Dónde estoy? - pregunté torpemente. Aún me encontraba desprevenido.

- No importa donde estás, sino como llegaste acá.

- Claramente... - dije revoloteando los ojos.

- ¿Sabes que hiciste?

Fue una pregunta directa. Entonces sí hice algo. Por eso estaré en esta celda roñosa y desalineada. Además de ese torpe vacío... habré hecho algo malo. ¿Realmente fue malo?

-¿Sabes que hiciste o no? - dijo con más ímpetu que antes.

- No tengo idea, me refresca la memoria por favor.

- No seas condescendiente conmigo. Esto es una situación complicada.

- No me diga.. - dije mirando alrededor.

- Usted asesinó a su esposa. - soltó rápidamente - ¿se arrepiente?

- ¿Esposa? - cuestioné - isabella..

Y de repente tuve esas imagenes. Esas que asomaban su nariz. No podía unirlas porque estaba en un estado aún confuso, pero se que están ahí. Veo a un hombre.. sí. Entré a mi casa y vi a un hombre... y mi mujer estaba en la ducha. No recuerdo más nada. ¿Qué hice?

- Sí, esa misma, edgar.

- Lo siento, no tengo la mente clara.

- Cuéntame. Vamos.

- ¿Y vos como lo sabías?

- Lo dijiste dormido, claro está.

- ¿Y por qué dijiste una hora?

- Sólo estaba jugando - dijo con una mueca de satisfacción y la ví porque su rostro se podía percibir ahora que mis ojos se acostumbraron.

- Cuentame la historia...

- Bueno, ya que no tengo a nadie más y claro está que no puedo salir... te diré.

Ahora todo vino de un sólo golpe, como ráfagas de viento en la tarde de verano. Recordé cada momento.. en que mis manos tomaron la iniciativa e hizo todo el trabajo. Me perdí completamente al saber que mi esposa estaba engañándome.

- Edgar.. dime cómo te sentiste.

- Solo sé que perdí la cabeza cuando vi el engañó. Me quemaba el pecho pero no podía hacer nada más entonces tomé el cuchillo silenciosamente de la cocina y degollé al hombre. - comencé a decirlo y ese vacío empezó a llenarse. - Al ver toda la sangre derramada en el suelo y el hombre agarrándose el cuello, no podía quedar ahí. Tenía que buscarla inmediatamente en la planta alta. Se estaba duchando, ¿puedes creer? Satisfactoriamente mientras estoy destrozando mis manos por traer el pan a la mesa. Y ella se está duchando.

Mis ojos empezaron a ensombrecerse y a respirar dificultosamente, me sentía rojo.. aunque no estuviera realmente herido.

- Prosigue.. - pidiò amablemente.

- Subí las escaleras que van al primer piso y recorrí el pasillo con toda pasividad hasta toparme con mi habitación. Me encontré la cama deshecha, ropa y zapatos en el piso. No voy a pensar que ese hombre era un delicuente y mi mujer desapercibida se pegaba una ducha. Era su maldito amante y regocijada se mojaba el cuerpo con mi agua caliente. Maldita zorra.

Se escapaban de mi esas palabras, pero no sentía absolutamente nada. Y ese hoyo que antes estaba entero ahora ya no estaba.

- Me asomé al baño, me acerqué a la ducha y le dije su nombre. ¿qué pasó? La apuñalé sin medida. No tengo idea cuantas veces lo hice... solo lo hice. Corrí esa maldita cortina espantosa de peces rosados, y lo último que le dije antes de ... no importa, le dije que era una maldita zorra. Lo repetí mil veces, y se sintió tan bien.

Listo. Lo saqué. El shock desapareció si en algún momento lo tuve. Pero sé muy bien que es lo que hice y me siento malditamente bien, más allá de este puto moho.

- Excelente.

Sólo eso dijo. Nada más.

 

 

- Bueno, había hecho una apuesta con mis compañeros, pero al parecer perdí. Al menos fui lo bastante estúpido como para pensar siquiera en la segunda opción.

- ¿Qué carajos dices? - dije con rabia en mis ojos cerrando los puños.

- Este es el limbo, tu juicio.

- ¿Limbo? ¿Estoy muerto?-  pregunté con esceptisismo.

- Sí, edgar. Y yo soy el ángel de la muerte.

Estoy muerto. Increíble. Un ángel.. un maldito ángel.

- ¡Esas cosas no existen! - grité con indignación, y naturalmente me abalancé contra la figura que pronto desapareció, así chocando con la pared.

- Claro que existen y esta era tu oportunidad de redención.

- ¡Me importa una mierda! - exclamé desmedido.

- Por supuesto que no te importa, y eso era lo que me esperaba, cielito.

 

Intenté acercarme tantas veces como pude hacia esa monstruosidad, pero no hubo caso.

 

- Listo. Se ha cumplido una hora.

- No iré contigo a ningún sitio.

- Ya estás conmigo en algún sitio.. y arderás para siempre.

 

Y con mi expresión oscura, volví a sentirme inmóvil y caliente, malditamente ardiente.

El resto de mí

El resto de mí

Hay algo predecible para decirles más que efectivamente, no existo. 


Mis palabras bien se podrían ir volando en algún campo olvidado, o en alguna pantalla por equivocación. Bien podría ser una saga o una hoja de papel tirada a la basura. Sin embargo, las palabras sólo salen de mi boca. Aunque debería decir que ya no tengo boca, sino un gaseoso recuerdo de lo que solía ser. No importa realmente como es que perdí la conciencia. Cabe decirles que mi historia es turbia y obvia, pero lo son todas las historias. He leído miles, las cuales se vuelven cotidianas, efímeras, claras, sin tantas vueltas, con muchos pensamientos y fáciles soluciones. Pero la muerte déjenme decirles, es solitaria. La muerte es el claro fin de nuestra esencia. No se puede volver atrás, no se pueden cambiar las condiciones, ni hacer un contrato de renovación, simplemente es eso; dejar de existir. Y claramente a las personas les dolerá, supongo, aunque a mi no me duela ni un poco. Porque, ¿qué somos al fin y al cabo más que piezas que estorban en el hilo rojo del destino? 

En este oasis de puro vacío, solo te encuentras con los pensamientos y la viva imagen de lo que pudo ser. Las decisiones que te llevaron hasta este lugar oscuro y solitario. ¿Cuántas pasiones desparramadas en cosas tan estúpidas como el deseo, orgullo, ambición? Soy una viva espectadora de todo lo que sucedio, como pequeños flashbacks de las lágrimas que derramé y de todas las experiencias que dejaron pequeñas cicatrices en todo mi cuerpo; aunque claro, ya no las tengo, desaparecieron en alguna parte de ahí, o de allá. Para que sepan estoy señalando el infinito oscuro que me rodea. Cierto, no es gracioso. Aunque la vida lo es. La muerte es triste. Sin embargo, no siento esas emociones. Sólo quiero decir estas cosas porque es lo que queda. Es la única cosa que queda. 

 

Vi pasar esos ojos. Uno no suele observar, sólo mira. Cosa que está correcto porque observar lleva un desgaste físico terrible. Más las emociones que te provocan si realmente te preocupas por eso que estás viendo. Inevitablemente, la ví. Corrió tanto, lloró tanto, se enojó tantas veces por las mismas tonterías desde que tiene memoria. Era como un maldito espejo. No uno retrovisor, uno de 360º. Me abrió y me golpeó aunque no lo sentí. La empecé a perseguir. Había algo que me empujaba a seguirla dejenme decirles, pero algo no estaba bien. Tenía un gorro colorado. No se lo sacaba nunca. Y lo sé porque estuve sentada en su puf de monster inc muchas horas como para saberlo. 

Me gustaba verla enojada. Me gustaba verla sonreír por algún comentario o alguna fotografía que veía en su pantalla de celular. Era una adolescente.. sólo eso.

Estuve en su primer beso, con un idiota que claramente solo quería llevarla a la cama, y miren que lo intenté, le pegaba muchas cachetadas para que se diera cuenta pero pasaban de largo, como cuando golpeas el agua. 

Luego, cómo en la escuela la maltrataban y la dejaban de lado, y quería gritarle que estaba ahí aunque, sí chicos, no podía emitir ni un sólo sonido. Quería decirle tantas cosas, decirle que estaba bien enojarse, que estaba bien romper los cuadernos. Que está bien sacarlo todo afuera antes de que te mate. Aunque ella no tenía amigos, me tenía a mi. Quería decírselo... 

Los padres nunca estaban y cuando estaban, sólo se dignaban a mirar la televisión, a discutir cosas sin sentido, a ignorarla completamente. Ya que cada vez que hablaba para contar alguna experiencia, el padre cambiaba de tema. No eran del tipo de personas que comprendían, quisieran saber sobre tu día. Estaban eclipsados por el "cansancio", las horas perdidas en un trabajo y en la política que no cambia nunca. Quería gritarles .. decirles..  

Y por último.. vi lo más injusto de todo lo que había visto hasta el día de lo que tengo memoria, claro que mucho no recuerdo, pero de ella sí. Estaba sentada en esa computadora, leyendo una historia de una chica que quería cambiar su vida y se aislo en alguna montaña donde no recuerdo el nombre.. para encontrarse asímisma, salir adelante y olvidar su pasado; renacer como el ave fénix. Armó su bolso, y sólo se fue... pude alcanzarla hasta la terminal y ver su determinación, quería escapar con tanta desesperación que se olvidó de observar. Se olvidó de observar....

 

Quedé impotente.. hasta donde llega ese dolor de que el mundo te aisla hasta el punto de no querer existir en él. Hasta que dejas de estarlo. La amaba.. me amaba con todo lo que podía. Quería una vida lejos. Una vida como la que ella pensaba que iba a tener y que nunca tendría por no observar. No es esa estupidez de ver la vida pasar ante tus ojos, porque de esa manera no fue. 

Sentí alivio. Al fin iba formar parte de algo grande fuera de toda esta mierda. Pero ya ven, ella no pensaba lo mismo que yo. A ella le importaba.. le dolía. Quería ser querida, respetada y sobre todo.. quería saber la verdad. 

Había muerto, sola en esa cabaña. Sola. Totalmente a oscuras porque este lugar no tenía luz. Siquiera las velas, ya que la humedad las arruinó. Mi corazón ya no soportaba todo lo que conllevaba vivir. Porque ¿saben? todos los obstáculos que tiene son cuchillos que te acarician para ver la fortaleza que tienes, lo que puedes aguantar. Y las personas son seres malvados, como logran rebajarte y dañarte tanto psicológicamente sobre la moral y sobre todas esas mierdas que no nos interesan, solo a ellos. Estaba cansada de ser la hija que ayudaba, la madre que no fui. La chica fácil de la que todos inventan cosas, de la fría, de la triste y traumática. Y aunque no lo crean y después de todo ese dolor mental que me llevó a aislarme lejos de todo, me encuentro perdida en esta oscuridad para siempre. Aunque esa luz, esa pequeña luz que me sacó aquella niña, siempre estará acompañándome. 

 

 

- ¿Te encontré al fin? - dijo ella asustada.

- Sí, amor.. - dije con un suspiro - te estaba esperando.

Conociéndome.

Conociéndome.


Una noche cualquiera me paré frente a esa puerta y escuché lo que sería el último recurso. El grito que hace que mi boca se pierda y diga secretos al corazón de la noche. No tardé. Ya era el momento. No podría estar más sin revelarlo. Pasé demasiadas noches sumergido en voces, diciéndome una y otra vez lo que tuvo que haber pasado. Ya no queda más. El reloj me mira enrojecido. El cigarrillo se consume en mi mano. Mis pies están ardientes del frío que azota esta maldita noche. Hay poca luminosidad así que no hace falta que haga más nada. Está perfecto. Lo único que falta es que me vaya. No, no puedo irme. No después de saberlo todo. De haberme dicho que sería la última. Es la última. Siento que debería estallar y gritar a los cuatro vientos lo que por poco me llega a matar.
Aunque tengo miedo.. me tiene más miedo. Sigo mirando a la puerta. La oscuridad se torna cada vez más apagada. No hay más luces. No me llegan a cubrir la cuota de visión. Estoy quedándome ciego. No debo hallarlo. Es demasiado para mí.

Ahí estaba. Ese rostro. Está apagado. Está muriendo. Se siente gris y decolorado. Aunque me sonríe. La puerta no quiere abrirse. La ventana está humedeciéndose. El espejo me devuelve lo que siempre supe. Ya lo sabía. No quiero más esto. Aunque me encanta. Como desearía llegar más lejos. Tiemblo. Las manos están ásperas. Respiro hondo, se me calma el corazón, aunque esa alma está poniéndose salvaje. Esta vez no hay voz que me aclare. Sin dudas, sin remordimientos, debo hacerlo...

Tenía razón. Siempre tuve la razón. El cabello se me caía de propia inercia. El frenesí se volvió un rico placer. El sorbo de aquél whisky nunca se sintió mejor. La música me envolvía en un cálido blues. Sabe que me fascina. Sabe lo que pienso hacer, y no repara en cumplir mis fantasías. Lo encontré. Es tiempo de moverme de este asiento. De salir de este antro y toparme frente a frente. Es hora que actúe.

Dijeron que estaba perdido. También dijeron que sufría de paranoia. Pero la verdad es que jamás me había sentido más vivo. Al final.. todo se reduce a esto. Me odiaba... pero aunque estaba dudando de hacerlo, al final de todo siempre quedaré yo. Así que aquí estoy, en el mismo lugar, observando la misma puerta, viviendo una mierda distinta, pero qué importa si nunca estuve ahí.

Mi visión.

Mi visión.

Lo majestuoso de saber ver las cosas como son es cuando conoces como son, como se manejan, manipulan y afloran en su superficialidad. Es como cuando nuestros ojos se ocultan detrás de otros ojos, forjàndonos a cambiar nuestro punto de vista. Cuando somos dependientes de otra persona o de otra formalidad para crear esa visión en retrospectiva, cuando algo te hiere o cuando alguien te saca del plano de la aceptación. Es un juego al azar, es el ego de haber perdido la batalla y de seguir levantando la frente luego de ser vencido, derrotado y rebocado de la autoestima que habías creado. Es injusta la vida. Se puede decir que las aceptaciones, las exigencias, las miradas falsas y las oportunidades convenientes suelen sobrar en escasas porciones. Imaginese que camina y nunca deja de caminar, tarde o temprano los pies van a exigir descanso; así sería con la paciencia. Llegamos a esforzarnos tanto por entender ciertos patrones nuestros, ajenos, del mundo en su totalidad. Nos olvidamos del individualismo, nos centramos en el de al lado y nos consume basàndonos en la cantidad de paciencia suministrada a la situación o compromiso hacia la realidad. 

Cada mundo, cada ecosistema, se construye de ideales. De fortalezas. ¿De dónde proviene esa voluntad? ¿De la cultura? ¿De la personalidad que se desarrolla de cada uno de nosotros? ¿Cómo saberlo?

Estuve estudiando cada movimiento cada vez que camino, que hablo con las personas, que interactúo con la naturaleza y la creencia de cada uno de los parámetros sea vegetal, animal o humano. Cada uno es peculiar, y cada uno llena sus espacios a medida que le sea conveniente. Me duele en parte todo este resumen, porque el verdadero motivo de la destrucción de esta especie es... el amor.

Y ese sentimiento abstracto tan vivo y propio se vuelve la meta. Se vuelve la única meta...y el único sustento de vida. El amor puede hacer grandes cosas... como destruirlas de la misma manera. Mi única verdad, para mi descanso nocturno es que si el amor empieza por uno.. el amor puede ser total. Lo demás... es la larga caída hacia él.

Espejo

Espejo

Hemos llegado hasta aquí, en una formalidad de sueños quebrados e iras montadas, en un escenario bizzarro y aburrido. Donde los eventos fueron creados por negligencias y rencores. Donde la cabeza pesa mucho más que el corazón. Donde los ojos cesan y se drenan sin ilusiones. 

Todo este tiempo, estuve deseando no verle el rostro que antes encontraba envuelto en mentiras y emboscadas. Donde lo veía y sabía dentro, muy dentro, que habitaba. Punzante, eterno. Y hasta aquí llegamos. En escudos impenetrables. Sin palabras de aliento, sin deseos fortuitos, sin suerte, con soledad, con innegable falta de autoridad. Dolor.. mucho dolor, y al final... siempre juntos.

Viernes por la noche, me encontraba acostada y encerrada dentro de mi cubículo, tibia y ordenada. Pensando en qué podría mejorar sobre algunas frases en mi cabeza cuando miro la vida que he estado llevando. En haber caído por fin en los brazos que estuve deseando tanto tiempo y que ahora ardiera. De la manera positiva, claro. Es sospechoso... no paro de pensar que es extraordinario, que es transparente y fuera de lo común. Me cuesta el saber que este hombre con tanto potencial se encuentre atado a mí de una forma u otra. Me gusta. Y me enloquece. 

También pensaba que el tacto es como una suave seda arropándome fuera de las pesadillas de todas mis inseguridades, de la falta de fe.. de sentirme una mujer fuera del alcance sobre éxitos. Del dolor intenso que el desconoce.. porque no quiero que realmente lo sepa. Que vea esas imágenes en mi cabeza. Quiero que algún día, no sabría cuándo, vea esta daga clavada en mi corazón que evita toda clase de calidez, y que él fue y será la única persona que despierta la leve llama dentro de él.

¡Cómo hablar! Si en los sueños también sé que habita y me empuja.

 

- Tienes que ser fuerte- me dije con aliento. - no vale este estado.

Apoyé mi cabeza en la almohada que me acompaña hace 20 años, suspiré fuerte, convincente embarcando mi mente lejos, muy lejos sin pruebas, sin ropa, únicamente mi alma viajando junto a la mente ... lejos.

 

-¿Visitándome nuevamente, luna?

- Àngel.. - murmuré.

- Deja eso ya, ven. - dijo con calidez y una mueca obstinada. 

 

Tiré el broche que sostenía mi cabeza, sostuve un trote a sus brazos y recordé.

 

- ¿Vivirás de esta manera, sin poder dormir realmente? - incitó con mueca burlona.

- Àngel.. quiero un juramento, un destino, que sea solo de ambos. - quebré nuevamente - te quiero en mí.

- No te diste cuenta aún; no puedo sentirte.. pero puedo entenderlo. 

- Mírame.. - terminé con lágrimas sostenidas.

- Te miro desde el primer día en que te conocí.

 

Cuando me desperté.. sentía ese calor tan único e irrepetible. Y sonreí.

Reencuentro

Reencuentro

Estabas en el cuarto como todas las noches, con las ropas empapadas por la lluvia nocturna que venía cayendo hacía semanas. Las gotas recorrían el rostro angustiado por razones desconocidas para mí. La mirada que cansada asomaba en la oscuridad de la noche, hizo que reconociera enseguida la silueta que se asomaba. El amor que nunca creí que volvería, ahora estaba sentado cerca de mi cintura, tratando de despertarme. 

- Que lindo que me visites como todas las noches, ángel. - susurré.

Sin decir una sola palabra, se acercó a mi frente apoyando sus tibios labios, resonando como lo hacen las canciones favoritas predilectas. Como los pájaros diurnos cantando y cantando su contento. Así me sentí nuevamente en un hogar, cálido y lleno de vida... con el corazón danzando en alegría por ese roce tan ínfimo e importante. Lo más preciado era su respiración agitada y pecadora que ahora intentaba volver a la normalidad. La frialdad de las gotas que caían de su cabello se suspendían en el aire hacia mi cuello.. dándome escalofríos.. aunque no lograron opacar la sensación más placentera de mi vida, que era tenerlo cerca mío. Tan mío, tan distante, tan cercano. 

- ¡Qué suerte es que me veas cada noche sin falta. - comenté - tengo tantas cosas que contarte. 

Simplemente se recostó el cuerpo cansado en mi falda. Mirándome con cariño escuchando las anécdotas del día entero que había pasado. Sólo estaba allí, sonriendo por mis risas soñolientas que cada rato asomaban en mi rostro. Estaba nerviosa, más que otras oscuridades. No sabía que había cambiado, pero se sentía diferente. Estaba mas apegado que de costumbre; y lo disfrutaba al máximo. 

Su expresión cambió repentinamente. Sonríendo con amor, con sus ojos nítidos almendrados, iluminados por la luna que hacía demasiado tiempo no se asomaba por la ventana. Temía con pereza que se fuera, pero ahí estaba. Resignado en mis brazos... 

- No es para tanto - mientras lloraba de emoción - no tienes que quedarte si no quieres. Es real mi dolor, pero prefiero verte siempre así, sonríendo. 

- Siempre estoy para vos - recitó - esta vez es diferente ¿no lo sientes así? - me preguntó.

- No sé, siento que de verdad estás acá, mirándome de verdad, con tu verdadera calidez, con tu perfume.- dije con un tono de melancolía.

- Bésame - insistió.

- Tengo miedo de cerrar los ojos y que ya no estés. 

- Estoy de verdad aquí - aseguró - y para quedarme contigo.

 

No fue sino el tiempo que se detuvo instantáneamente, que mis brazos rodearon su cuello y lo trajeron hacia mi rostro, evocando en un beso apasionado, único, dandole todo de mí, dando mi último suspiro de alma... mi cuerpo entumecido por su roce, mi piel erizada por sus besos, mi vida entera arrollada en tan sólo un momento, para despertar en su pecho, para sonreír al mirar su hermosa expresión diurna.. sabiendo que no fue un sueño, que estaba realmente en mi habitación, en mi cama, en mi corazón. 

Línea de expresión

Línea de expresión

 Claudio es un hombre egocéntrico, trabajador, y asistía al gimnasio tres veces por semana. Le gustaba mantenerse, y como la edad le avanzaba, concurría a la peluquería a cubrirse las tiras blancas del cabello. No le agradaba oír al barbero comentar sobre las mujeres constantemente, ya que no era partícipe de esas tragedias ni mucho menos comprender a los caballeros casados. Le gustaba caminar solo por la vida. Pensaba que una mujer debía ser demasiado extravagante para llamar su atención. O al menos ser morocha.  

Como todos los fin de semana, Claudio se sentaba en el banco gris de la Plazoleta de Recoleta. La que casualmente también concurría una señorita bien calzada, de renombre entre los ejecutivos de la ciudad; Suárez, Guadalupe. Es la morocha que tanto le arrebataba los sueños y suspiros cada vez que pronunciaba su nombre. Pensaba que este sería el día para acercarse y compartir una conversación. "No hablaré del trabajo" - insistía dentro de sí - la complicación de su rutina pesaba. Aunque la timidez se logró ir al sentarse junto a ella... 

- Disculpe, buenas tardes. - saludó cortés - me preguntaba si podría sentarme con usted. - Se adelantaba, sudaba, tal vez hasta temblaba el corazón.

- Claro que sí. - afirmó con  una sonrisa que fue soñada en ese instante - parece que los hombres me tienen miedo. - echando una carcajada sobre ese sutil chiste.-

- Es curioso, porque yo le tengo miedo. - asumí - pero dicen que si uno tiene miedo tiene que enfrentársele. 

- Muy cierto. Sabias palabras. - Me miraba atónita, tal vez sorprendida de cómo la miraba. De cómo la escaneaba dentro de mi agitada mente. Es precario el momento que pude brindarle. Aunque sé que para ella fue el instante perfecto de luz.

- Es grandioso que un hombre de su porte tenga en claro tantas cosas de la vida. Es difícil tener un punto de vista objetivo sobre la rutina que es la verdad... agotadora. - su mirada en descenso logró abrir mi corazón y que rompiera a llorar. "¿qué me pasa?", es extraño como un viento puede golpear su cabello y que el aroma sea frutal y embriagador.

- Muchas gracias por el cumplido - titubié - usted es muy hermosa e inteligente. Y la charla ha sido totalmente agradable. - cuando dije eso, fue un instante que su expresión cambió. El tiempo frenó en tan sólo tres segundos ... y realmente fueron eternos. 

Unos bandidos habían asaltado el Banco Nación de la esquina de Callao y Alvear. La seguridad del banco no estaba en el lugar ya que estaban en operativo con uno de los camiones blindados. Tenía que ser encubierto porque ese dinero viajaba al extranjero como pago de la deuda nacional. La banda de tres hombres, jóvenes, lo habían pensado todo. Los horarios, las movilizaciones, que faltara la seguridad. 

Entraron al Banco por la puerta del déposito, haciéndose pasar por personal del establecimiento. Llegaron por los pasillos hacia la oficina central donde se encontraban todos los archivos. 

- ¿Qué necesitan muchachos? - preguntó gerardo, el administrativo del Banco. 

- !Estamos acá para llevarnos todos los movimientos del Nación, rápido, rápido, idiota! - exclamó uno de los morochos. 

Se habían puesto gorros y su vestimenta son ambas de color negro. No se podía percibir nada más que sus ojos café, y su estado físico, que resultaba bueno.

- No! no! no me hagan daño! ¡Por favor se lo suplico! - gritó con desesperación, gerardo - ¡Llévense todo pero no me lastimen!.

- ¡Vamos, vamos, muchachos, tenemos quince minutos antes de que se den cuenta, o este imbécil intente llegar a la alarma. - instigó la cabecilla - átenlo para que no estropee nuestros planes!

- ¡Claro, vamos, vamos! - gritó frenético uno de los hombres - tenemos que salir de aquí lo más rápido.

Consiguieron el papeleo, aunque gerardo accionó ,al desatarse con paciencia la cuerda, la alarma general del lugar. No pasaron más de cinco minutos que la Policía Federal se encontraba en el espacio frente a frente con los hurtadores.  

- ¡Arriba las manos, ríndansen, que los tenemos rodeados! - exclamó por el altavoz el oficial a cargo de la operación - O abriremos fuego.

Al encontrarse esta situación tan tensa y fuera de control... nunca se habían imaginado que gerardo era un espía encargado de vigilar el papeleo. Eso no lo vieron venir. Él se encontraba junto al Oficial, que lo miraba fijo como expectante. Lo miraba con una sonrisa burlona, provocadora. El cabecilla de la banda se enrojeció de la furia y comenzó el tiroteo. 

- ¡Cuidado, alerten a los civiles! - gritó gerardo.

- ¡Todos fuera, todos fuera! - insistió uno de sus compañeros.

- ¡No nos van a encarcelar, malditos corruptos! - amenazó uno de sus hombres.

- ¡Cúbransen, cúbransen! - los tiros cesaron. Sólo se escuchaban los gritos de las personas como una música repetida y los bocinazos.

Muchas de las personas en el sitio resultaron heridas. Algunas más graves que otras, y una muerte. Lograron escapar, pero aún los siguen buscando. Se escabullieron entre la gente cuando comenzaron a correr para todos lados hacia la Plazoleta de Recoleta. Fue demasiado breve, fueron tres segundos. 

Esos tres segundos que vivió Claudio al ver a su mujer de ensueño caer. Miraba hacia su saco negro, y halló inevitablemente la herida de una bala. Aturdido por la situación...la llevó hacia sus brazos. 

- Guadalupe.. - titubeó con lágrimas en los ojos. - te dispararon.

- ¿Cosas que pasan cierto? - toció y bromeo con dureza. - las peores cosas les pasan a las mejores personas

- No digas eso, mi amor. - insistió Claudio - todo va a estar bien, te prometo que todo va a estar bien, e iremos a cenar a tu restaurante favorito. Y te llevaré de viaje para descansar de la mugre de Capital. Y te compraré flores.  - 

El dolor que tenía en la garganta hizo quebrar su corazón en dos pedazos. O más.

- Que lindo lo que dices. - sonrío con su sonrisa rubí - al menos sé que me pude enamorar de un hombre antes de morir. Era lo que me faltaba..

Vió suavemente deslizar su rostro, apágandose.. y también se habría apagado su corazón. Sus manos la abrazaron aprisionándola contra su pecho.

- Te amo, aunque nunca pude decirlo... la vida te puso en mi camino y ahora jamás va a dejarme estar contigo. 

La beso en la frente... y durmió junto a ella.. mirando su expresión de tranquilidad. Que ahora iba a tener todo el tiempo para descansar.

Conversación con el diablo

Conversación con el diablo

La idea principal es reencontrarse. El amor nunca fue devaluado en tal semejanza. No es lo claro. Pero en confrontaciones sólo podes apuntar a banalidades y no conseguir ese razonamiento al que quiero llegar. Es un espacio en el que te puedes sentar, tomar un café, y hablar un rato de la vida. Es la paz a la que nunca llegaste. La paz de ver algo con ojos de amateur. Y lo viste. Y no pudiste dejar la tentación. Porque susurra la oscuridad. Porque susurra, y sé que desea encontrarme.

- Imita al silencio, me cansas con tus aberraciones - refunfuñió luzbel.

- ¡No sé si podré ahora que mi boca no puede dejar de sentir! - grité desgarrada.

- Imita las palabras, pero elígelas bien - con la mirada oscura en su rostro, contemplé su intención.

- Ya no sé si alguien las escucha. - sollozando me quedé en silencio por un rato...

- ¡Déjate de cursilerías! - gritó descargando su furia en llamas.

- No lo son, es cierto. La pereza hace que las lágrimas sean más fáciles de secar.

- Intuyo sarcasmo de tu parte y no me agrada querida María -

¿por qué tiene que pronunciar mi nombre? En su boca queda demasiado provocativo...

- ¡Felicitaciones! - exclamé con el ceño fruncido.

- Bueno, no soy mejor oído. Sólo digo lo que te cuestionas. - luzbel con risas aterradoras. ¿Por qué se ríen así los demonios? que curiosidad...

- No puedo quedar callada, tampoco alguien reconoce lo que tengo para decir, entonces quedo atrapada en una reja de hojalata que quién sabe podría romper. ¿Te parece correcto? ¿Cuándo sabes que no es correcto? Esas retóricas me tienen loca.  - grité con indignación. - Podrías callarte de vez en cuando ¿no? - 

- Ese no es mi trabajo. Mi labor es hacerte pensar.  - instigó sonríente - Hacer que dudes.

- ¿En qué? - pregunté con ansiedad.

- En tu verdad. - dijo luz. 

- No hay verdad que valga en este mundo inútil. - dije con gran satisfacción.

- En realidad, el mundo al que querés entrar no hay acceso. No por ser vos. Sino porque ahora ya no sirve ser como eres - comentó - más si quieres intentar ser un alma pura. 

- ¿Qué me queda? - ya mi rostro se apagó confuso. Siempre tiene una respuesta..constantemente debe resaltar los defectos.. aunque intuyo que no queda otra que tolerar su vivencia conmigo.

- Vos. Te quedas con la conciencia de que hiciste lo que pudiste. Que los demás no supieran verlo eso ya no te concierne. Ahora… arrópate. Hace frío. - me ordenó - que será un largo viaje.

- ¡Desde cuando te importa! - exclamé con desdén - si de todas formas arderé.

-  Desde que tu alma me pertenece, amada mía - mencionó dichoso luzbel.

-  Siempre la tuviste. Nunca tuve la opción.

-  Mmm.  - dubitativo siguió - Todos tenemos opción. Sólo que algunas personas tienen el coraje de aceptarlas y otras no tanto. Sólo doy el empujoncito necesario.

-  Lo sé. 

Aceptamos con recelo algunas cosas. Las peores cosas que se te puedan ocurrir. Al fin y al cabo, el sistema se fuerza un futuro utópico y destructivo. ¡Qué digo! No queremos un mundo mejor. Sólo queremos pasar… como lo hacemos en la escuela raspando con un siete. Somos simples peones que sirven para distraer. Somos títeres manejados con automatización incluída. Nuestros universos son tan relevantes como lo son las cortinas. Pero… la cobardía es el peor pecado.

Ser malo no te hace feliz. Sólo te hace uno más.

Abrir para cambiar.

Abrir para cambiar.

Comencemos desde el principio. Era una niña perdida. Que no podía hacer amigos sinceramente.. que siempre se aislaba y era un chica 7 en la escuela. Que iba hasta los feriados para evitar su casa. Fue golpeada varias veces sin razón, en la siesta de los domingos. Se quebró una vez el brazo por una idiota de niñera. Mi familia estaba destruída. Vió cosas horribles, y leyó información que no debió leer. Lo tomó como mejor pudo, luchó por su familia con tan sólo 10 años. 

Se convirtió en pre - adolescente. Un poco altanera y obstinada. Se supone que por las cosas que llevaron a su descontrol... comenzó a salir. Jugaba a una máquina de baile compartiéndolo con su mejor amiga. La única. No eran iguales en nada. Tenían vidas diferentes, aunque a pesar de ello, la acompañó en sus peores momentos. Ya que esta familia tuvo a un bebé. Los motivos sólo lo saben los padres, no se puede especular de ello. Comenzó a ausentarse, comenzó a conocer la vida de afuera... comenzó la secundaria. Un mundo diferente, tímida, callada.. sencilla. Tenía sólo una compañera con la que se sentaba porque venía desde la primaria. Se vuelve extrovertida. Arma un grupo lindo, donde cantaban y se divertían en las tardes. Conoce su primer amor. Pero por miedo, le dice que es su mejor amigo, se pone de novio con una amiga. Esa amiga se llama Florencia. Le dolió, pero fue por idiota que no avanzó. Esperó un año. Pasaron cosas feas, muy feas entre medio... queda embarazada, y decide no tenerlo. Se queda sola por varios meses... se reencuentra con su "amor". Se ponen de novios a los dos meses. Duran 1 año y 1 mes. La deja por otra mujer. Se queda sola. Se junta con gente que no le agrada sólo para no estarlo más. Conoce un chico, de casualidad. Este chico ya la había visto de antes en un ciber. La atrapa. Tenían los mismos gustos, tenían hermosa mirada. Ella se queda a dormir. Pasa algo, se quedan abrazados. Por alguna razón ella tampoco avanza. Lo aleja. Seguía obsesionada con su ex. Lo hace sufrir de tantas vueltas. El decide alejarse. Le dolió su ausencia porque lo consideraba su amigo, y el deseaba algo más. Pasa el tiempo, se vuelven a hablar. El está de novio, ella se veía con su ex. Era enfermiza esa relación, pero ella lo quería. Ella quería recuperar a su amigo.. pero se dió cuenta que sentía algo más. Termina con su novia. Se quedan juntos. 4 meses, se pelean por estupidez de ella. No sabe lo que quiere. Vuelven a estar juntos porque se extrañan. Se arreglan el 13 de octubre del 2008. Va todo bien, aunque de a poco se iba convirtiendo en una soberbia, y forra... con él. Lo deja una noche de mayo, por su ex, por primera vez, aunque el debió sentirla como la 2342432. Ellos compartían la facultad, y se tenían que ver todos los días. Ella simula estar feliz, porque sabía que había cometido el error, ahí se dió cuenta de lo que tuvo que darse cuenta en el 2007. Que era su ex, la peor persona que podría tener a su lado. Llega un mensaje en junio. "Te extraño" Le contesta.. "yo tambien". Se vuelven a hablar. El salía con una compañera de facultad X. La deja por ella, ella deja a su ex. Se vuelven a ver, ella estaba al fin decidida. Lo ama. Pasan unos meses se arreglan 6 de octubre del 2009. Se comprometen. Pasan viajes, situaciones, peleas por obvias razones. La historia de dos años de corrido ellos pasan cosas interesantes.. problemas, mujeres de por medio, un hijo inconcluso.. dolor. Hechadas en cara. ¿Cómo podía luchar contra ello? Se volvía a sentir sola.. y se sentía pésima por la vida solitaria que vivía su amor... se sienta a hablar varias veces, ella ve que es demasiado para él. 

Pasa un determinado tiempo, ella conoce a una mujer. Va a pasear a buenos aires y se pelea definitivo con su novio. Al poco tiempo, ella se pone de novia con ella. Se va a vivir lejos. No hizo las cosas bien. Dejó trabajo, dejó el estudio. Se pelea con todos, lo ve varias veces a su ex. Lo ve mal. Ella elige irse. En buenos aires no consigue trabajo fácil. Muchas peleas familiares, muchos altibajos. La quería pero no estaba completa. Su novia se indigna porque ella no le da bola. Por obvias razones extraña a su ex. Simula estar feliz nuevamente... a los pocos meses en julio vuelve a su ciudad natal, se ve con él porque ella lo busca. Le promete dejarla. No lo hace. Lo lastima nuevamente. Vuelve, lastima a su novia. Se convierte en la forra, ella en la buena. Quiere enmendar el error, no puede. Peleas fuertes, alcohol de su novia. Casi a los golpes. Se comprometen, fue una farsa total. Al mes la comienza a cagar. La deja en noviembre. De a poco se vuelve a hablar con su ex, el está de novio. No pararon de hablar hasta que ella el 3 de enero del 2013, decide volver a san nicolás. Al mes, se ven, se besan, deja la novia.. pero por OBVIAS razones, él quiere que lo espere. Ella no interpreta eso. Lo forrea otra vez. Se ve con un chico un tiempo, termina con él porque ve que quiere a la ex. Se queda sola. 

 

Después de todas esas situaciones. Después de todas las decisiones.. no obtuvo lo que quiso. Creyó hacerlo, pero no. Él se pone de novio al mes. Ella lo termina aceptando. Y ahora sólo está procesando que... perdió por imbécil al amor de su vida, que no puede lidiar con su familia, que perdió a un ser querido el 21 de mayo, y no puede asimilarlo. Que no puede dormir. Y que hoy se da cuenta que su pasado fue tan sólo una basura. Porque ella lo fue y lo decidió así. Le duele no tener a sus padres, y que sus hermanos quieran un futuro. Que la soledad la aniquila... y que sabe que su vida ahora depende de ella misma. 

Lo positivo es que desee terminar la carrera que habría abandonado en el 2011.  Por algo se empieza, porque cuando todo eso que recuerdas se presenta, es para que aprendas y seas una persona mejor. No pretendas nada.. y si decides hoy, que sea para toda la vida. Pide permiso, di gracias, y saluda. No contestes a quien te insulta. No cargues a tus amigos con tus problemas. No entregues todo de tí a quien no se lo merece. No te fies de las personas. Cámbiate, camina.. prodúcete. Ríe más, llore menos. Porque lo que pasó, pasó. No puedes vivir del pasado. Alimenta las angustias. Acepta a tu familia como es. No te escudes de ello para justificar tus actitudes. ¿Quieres ser mejor que tu mamá? acostúmbrate a ella. Respeta su historia. No tienes la culpa, pero así son las cosas. Trata de pensar dos veces antes de decir las cosas. Si tienen razón en lo que te dicen, admítelo. Si te dan consejos, acéptalos. Si te quieren nunca te van a decir algo por tirarte abajo. No tienes plata, busca trabajo. No lo encuentras, estudia. Perfeccionate. Buscá el rumbo de tu vida. No te quedes atrás. Confia en ti misma. Todas tus experiencias que sirvan de referencia para que crezcas día a día. Elimina la gente que te usa. Actúa más, habla menos. Respeta a las personas, así con paciencia te respetarán a ti. Poco a poco, haciendo eso todos los días.. la que fuiste, será sólo un chiste para tu gracia personal. 

Abismo en tres cuartos

Abismo en tres cuartos

La pereza, la astucia, se llevan por el camino de los que creen en el cubismo.

Un manojo de ideas retorcidas efectuadas en sueños. Facturando en su mano destinos olvidados, o las esperanzas tiradas al tacho. 

Opiniones. Aquellas opiniones que se enfocan en el dolor. Ese dolor que siente uno cuando la realidad lo pisa duro. Y no puede ver más allá que uno mismo, sólo proyectarlo a los problemas de bocas ajenas. Deliramos demasiado. Pero más contemplamos en fáciles retazos. Cuando miramos los ojos llorosos de aquellos soñadores. Cuando vemos las gotas caer de los ancianos por su rostro. ¡Quebramos en desesperación! Y no nos damos cuenta que a la muerte le causa gracia. 

La voluntad y el silencio hicieron el amor,

Como dos amantes resultantes de la soledad. 

El mundo juzga inalcanzable la idea,

De un poco de amor, y un poco de honestidad. 

 

Maneras sobran de ahuyentar al abismo, ese pozo que nos implora caer y caer. No queda nada más que seguir haciendo lo mismo de todos los días. Tratando de inventar una sonrisa, aunque estemos quemados por dentro. Aunque miremos la novela barata de las 3 de la tarde, porque nos hace reír tanto drama; demasiado con el nuestro. Imaginen que esa ficción, y la fricción que nos soporta, está destinada a ser un pequeño mundo sustentable de sólo un poco de fe. No hay que llenarse de agua, ni calmarse con pastillas baratas. Un poco de sarcasmo en la mesa cuando se cena con enemigos, y un poco de risas en el funeral de tu mejor amigo. Que importa, si estás perdido. No importa, si todo nos empezará a importar un comino. Realmente se trata de encontrar el equilibrio. Dentro del alma , que se siente condenada, por la falta de cariño. Y este mundo se sumerge en el infierno de las almas perdidas, sólo pensadores inhibidos de tal forma, que arrastran ideas de suicidio. Y algo tan hermoso y preciado como la vida, ahora tan sólo es tres cuartos de abismo.

Pedazos de fotografía

Pedazos de fotografía

Un pedazito de ese momento se quiebra. Ese recorte que solidiza cada una de las decisiones y nociones que conforman la mente. Porque ella está cansada. Porque extraña mundos diferentes. Los procesa y los conserva en un corazón que ya está exhausto. Se mira cada parte, se observa cada sensación. Y cada una de las lecciones hicieron que hoy aprendiera a comprender lo que una fotografía puede provocar. Lo que la vida te quiere mostrar, y lo que las personas temen. 

Sólo unas ideas provocaron al tiempo. Solo un momento bastó para saber que es suficiente. 

Despacio en tu carrera

Despacio en tu carrera

 

No sabes si eres quien eres en varias partes. Más la parte que te consuela o te taladra la cabeza. Pensando, confesándote lo difícil que puede ser abrir tu corazón. Como si las heridas sangraran mientras piensas en querer nuevamente. Como si tu cuerpo le pesara volar. El dolor fue el más intenso, cansador, donde te sentiste un perdedor porque quedaron cosas inconclusas. Agotado, derrotado, exhausto, distraído, frío. Todas esas sensaciones que te provocaron una decisión determinante. Que te ayudaron a ser fuerte. A controlar lo que antes no hubieses podido. Soportar soledades, soportar un ciclo rutinario que te termina gustando, porque es seguro. Porque nada lo puede cambiar, ni enterrar. Ni mucho menos, influír en tu vida. Y ayudarte a pensar que lo que es nunca es. Siempre se termina viendo lo único que no desearías en ese instante. Se convierte en tu peor pesadilla... en algo que no sabes manejar. En algo que ya no te importa. 

Estás sentado en la esquina por décima vez en el día. Sintiendo que el tiempo no es un amigo. Que sólo se ríe porque lo escuchas. Sentado relajado, sabes que ningún viento puede desarmarte. Tambaleante porque era ya la quinta quilmes fría... sin pecado ni sonrisa. Miraste hacia el cielo oscuro, donde los murmullos de tus amigos se disiparon en varios segundos. Allí, en ese instante.. cayeron las ganas. Las terribles ganas de un abrazo. Cuando tu soledad llegó a la otra esquina mirándote de reojo, tu ya estabas parado yendo en la dirección contraria. Es cuestión de tiempo.. pero hoy no es el momento, dijiste. 

Pasaron días, sin contar que no te dormías de casualidad. Llegaron tus curiosidades, pensaste ... como lo sueles hacer cuando sin distracción te sorprenden, un deseo. Fue más fuerte que vos. Fue algo que todavía no entiendes. Así estás.. en cuatro ejes. Esta vez ya no sabes si ir en dirección contraria o apurar el paso. Estás confundido pero no más que en razonables aspectos. Cosas que en no dejas pasar por alto, cosas que te llenan aunque no quieras. Una nueva ilusión. ¡Maldición!, te agarró en sequía. En total luna. Hasta que caes a una mirada dulce, e inocente. 

 

"No lo quiero. Esto no me agrada menos en mi condición". Aunque no entiendes que condición aún lo renombras, como si fuera un hacha que te acribilla las ganas de vivir. Como si las cosas que más deseas fueran sólo de material oxidable. Descartable. Como si un beso, fue un tipo de veneno que te lastima .. y sin más los catas para sentir esa ligereza perdida. 

Estás despierto. No corras, por si se alentó el mundo. 

No insistas, tal vez mientras menos lo pienses mejor te sale. 

Reprime ese lamento, o expúlsalo con firmeza. Que lo que te inhibe o atormenta, sea sólo un respiro.. un murmullo torpe. Y no desmerezco. Será que al final, que tienes por hablar, sea un camino incierto. Un anhelo más allá del entendimiento. Un simple pequeño y tierno amor, que ha sido dañado con el reloj. Que todo se ha dado y todo se ha pisoteado sin reglas ni restricción. Porque la paciencia, porque las obsesiones... por todas las sensaciones de no perder lo que uno ya necesita de por sí. Y no temas, y no confundas.. y no retraigas.. y si las palabras no bastan, se buen observador.. que también las palabras conllevan acción. 

 

Creo que mi ser acompaña tu sueño,

Y también un poco de compañía ante esos inciertos.

No cuestiono tu rutina, ni percibo tu sabiduría, escucho atentamente tus vida, y pienso que cada día por tí, lo haría, estar despacio, contigo, en la deriva. Juntos, sin medida.

Empezar de nuevo

Empezar de nuevo

 

 

Mi mente me sacude la cabeza como si fuera un tornado. Pensando y pensando en todo lo malo que he hecho a lo largo de los años. Y tomando las riendas de ese descontrol, y al darme cuenta de lo que fui, de lo que soy, y de lo que puedo ser.. encontré el desequilibrio. Una depresión que no había conocido, y eso es lo que me mantiene centrada. Eso me tiene en predisposición para el estereotipo. 

Ya no tengo que huir. 

Ya no tengo que sentirme excluída del mundo.

Ya no tengo que ser alguien que no soy, ni quien soy, ni crear un personaje, ni cerrar puertas de mi corazón, ni dejar de confiar, ni ser demasiado expresiva, ni ser demasiado confianzuda, ni cerrarme.. ni tomarme de la cabeza, ni convertirme en el pasado, ni ser presente, ni prometer futuro. Mantener promesas, mantener mi esencia, ser cariñosa, ser la mujer que lo da todo. Ser la persona que puede cambiar el mundo.. Nadie más se puede dar la voluntad más que mi interior.

Empezar de nuevo, empezando por dentro... limpiar la oscuridad. Abrirse a la luz, y sostener la verdad, de ahora hasta que la muerte me lleve.

Correr

Correr

Mi agitación se prolongaba. Tan constante como lo son la noche y el día. No tomó demasiado tiempo mientras pensaba en cómo enfrentarme a esa situación. Corría como una gacela hambrienta, como las maratones a beneficio, como una mujer detrás de un sueño. No iba a distanciarme. Lo habíamos hablado entre dientes, como suspiros mientras mirábamos la ventana acariciándonos. Llenos de alegría.. llenos de esperanza. Esa idea contemplaba. Sólo eso corría por mis venas mientras las calles se hacían una tormenta, mientras el cielo se convertía en lluvia de meteoritos. Todo eso sin frenos ni consuelo.. la gente me observaba con ojos de burla, como si realmente creyeran que estaba loca. Pero nada importó, nisiquiera que las nubes se enfurecieran y comenzaran a destellar. Hasta donde habia caído en cuenta, la lluvia golpeaba mis ojos, como alfileres en punta contra mí. Hasta que mis pies cesaron y todavía faltaban unas quince cuadras para llegar a su casa. Paso a paso, gritaba mi interior, como un fuego que iba y venía por mi garganta, deseando agua, deseando explicaciones para calmar mi angustia. Tomé la calle principal del centro, para aclarar lo que debía decir ante cualquiera que se me interpusiera en mi destino. Los monólogos e intenciones, los sentimientos, las verdades esculpidas para cualquiera que intente separarnos.. 

No había nadie. El centro parecía un pueblo fantasma por la tormenta eléctrica que se había desatado en cuestión de minutos. El placer que sentía por esa lluvia refrescante se disipaba cada vez que recordaba sus palabras de desaliento para con nosotros. Tan frío, tan equívoco en su tono. Llegada a la venida próximo a desenredar mis pies por el cansancio, me sentaba en la esquina donde era fiable en grados de vergüenza. Todo auto que pasase me miraría anonadado. Porque ya la lluvia no eran más alfileres, sino rocas del tamaño de una pelota de golf, que aturdían y me seguían en cada paso, como martillos dándome en la cabeza tan directos como un francotirador. 

Allí estaba. Su hogar. La morada donde lo tenía acorralado, y me lo imaginaba todo como si fuera el caballero armado y él la doncella encerrada por el dragón de fuego. Hice cada paso como si tuviera una cama de clavos y aceite. Me temblaban las manos de sólo pensar que nada valdría la pena... como si fuera un chiquito que su mamá prohibe tener amigos. Como si no fuera lo demasiado grande... 

Posaba mis manos sobre los barrotes de su portón oscuro todo rayado por los idiotas de los estudiantes primarios del colegio a dos cuadras de allí. Todo empapado, y con la vista fija en su ventana, cerrada claramente por la tormenta.. ví que el candado sostenía la traba. ¡No está! ¡Qué bronca, dios! Mis ideas explotaron y se fueron corriendo por la alcantarilla al verme sonrojar de la furia. <<¿Y ahora qué?>>. Me quedaba congelada sin saber como mover mis pies. Había perdido todo tipo de conocimiento al respecto. Parecía analfabeta o algo parecido. Me miraba el cuerpo empapado y me decía entre la confusión y la desesperación, cómo resistir ahora. Sin él, sin su palabra.. sin su amor.

Emprendí camino a la plaza que no quedaba a más de tres cuadras. Iba mirando el piso como una chica derrotada, o abandonada por sus padres. A esa escala era la amargura de no tenerlo a mi lado. Hasta que pensé que mis heridas debían ser escuchadas de alguna manera, así que marqué su número...

Nada. No me atendía. Intentaba repetidas veces, creo que habré llegado a las veintitrés. La sorpresa es que todo se desvanecía, con tan sólo un soplido, como al panadero. Y con la respiración instruída por inercia, mi cuerpo reposó sobre aquél banco de plaza ordinario, todo lleno de hojas, como habría de esperarse. Hasta que escuché mi nombre por la penumbra; los faroles tan antigüos no daban a basto.

- Mar.. mar. - con gritos desgarradores, lo percibí. 

Me di vuelta, con expectativas más allá de lo normal. Él. Todo era él, hasta su perfume podía sentir desde lejos, que no hizo dos pasos y mis pies comenzaron a andar solos, como si mis extremidades hablaran por sí solas. Y corriendo a sus brazos, me detuve de un sopetón, cayéndome fuerte al piso. Vi algo que no quería realmente.. 

- ¿Qué es esto, amor?

- No quería que fueras nuevamente a casa, así que te seguí, porque te vi desde la esquina - con un rudo ademán que admitía su pretensión.

- No habías tomado la decisión. Ella la tomó por vos. 

- No quiero más esto. No quiero más que la paz. 

- Entonces ¿tengo que dejarte ir así, nada más? - resigné

- Debes dejarme ir.

- Pero no quiero dejarte ir, nunca podré hacerlo. ¿No entiendes lo que siento por vos? 

Parecía que mi corazón iba a irse de mi pecho y dejarme un hueco vacío. Porque si él estaba lejos, ¿para qué seguir latiéndolo sin nombre?. No llegué muy lejos con eso, que el silencio de unos cuantos segundos me parecían dardos, como si fuera un tablero. 

- Debo irme, sólo te quería decir que de ahora en más, no nos hablaremos. - y su gesto parecía el más seguro que ví en mi vida.

Lo miraba con los ojos aunque mojados, llorosos de lo que acababa de decirme. Estaban desorbitados fijos mirándolo irse. Ni siquiera se voltió a verme. Tan sólo se iba con paso de militante, hacia los brazos de una sombra.. pero entre la confusión y el proceso de verle ir, ya eran suficientes como para romper mi alma. Me quedé acostada ahí, en el asfalto de rocas mineradas, estirada agarrándome el rostro. 

Mientras mi automático movimiento me arrastraba hasta casa, mi cabeza yacía en huelga. No me respondía. No me daba atención alguna. Sólo era una cosa que sentía otra cosa.. y corría.. hacia la nada, y para colmo, un mensaje me llegaba al teléfono, diciendo: "Hasta siempre, luna, lo siento". 

Realidad

Realidad

Siguiente a mi rechazo por despertarme, y que te fueras, prolongué la alarma que habías programado para despedir mi cama. Unas horas más para seguir en el trance que habíamos logrado. Te observaba dormir, calmo y tan pacífico como lo era el río en su mejor día. Mi fortaleza disminuía cada minuto que pasaba, tal si fuera el último día de nuestra vida. Tenías el cabello despeinado, y tu rostro tan angelical se movía por la incomodidad. Mis ojos no paraban de relacionarte con un ser extraño de este planeta. Mis brazos te rodeaban en intento de acobijar tu cansancio. Que por cierto, fascinaba oír mi nombre en aquellos dulces sueños. Hasta la reacción de las moscas al posar tu cara, haciendo muecas graciosas para espantarlas. Y las mismas muecas invocabas para cuando mis manos te acariciaban el rostro. El intento de relajar mi brazo hizo que en un momento tus ojos se abrieran como dos platos del susto. Indignada y todo por tu repentino cese de descanso, sonreíste como si fuera la primera vez que me veías. Sonrojado y acalorado por la subida de temperatura temprana de la mañana, que por cierto era más celeste que de costumbre. 

- Buen día - sonreíste con encanto.

- Buen día, cielo. - devolviendo la sonrisa.

- Creo que en mi desgano, debo irme. Tengo varias llamadas perdidas. - refunfuñaste 

- Si, lo estuve escuchando toda la mañana deseando que no escucharas. Amo cuando duermes tan profundamente - asentí.

Me diste un beso en los labios, eran tan cálidos. Creo que me derretía a tales modales de saludo. Estaba acostumbrada o mejor me tenía mal acostumbrada a esos suaves momentos que no eran fácil de olvidar. Me acarició el cabello con gracia, y sutileza, y me fascinaba. Quedaba totalmente idiotizada por cada roce que me regalaba. Parecía que iba a explotar de la emoción como si fuera el primero que me da. Perdía mi balance cuando estaba cerca. Y sólo lo observaba levantarse de un sopetón ante mí, para cambiarse. Su remera azul con alas de estampa. Su jean gris favorito, sus zapatos y finalmente guardar las gotas infaltables en su botiquín, junto con su celular y auriculares. 

- Paso al baño - con signos de aprobación.

- Claro, ángel. Como si tendrías que pedirme permiso - cité con ironía.

Quedaba acostada mirando la ventana como la luz suave entraba por ella. Sonríendo de oreja a oreja por todo lo que habíamos pasado juntos en la hermosa velada. Aunque mi mente no dejaba de contemplar la idea de la prohibición. Como se me apagaba la sonrisa luego de ese instante, fue irrebocable, y no disimulaba más mi preocupación. Si la verdad me golpea de un cachetazo, debía tomar valor e inhalar un poco más de aire, invocando su nombre de nuevo para tener una charla. No tardó más de unos minutos cuando volvió a entrar por la puerta. <<Que manera de volverme loca>> pensaba entre dientes. Y pegando un giro repentino me acerqué hacia él con toda la energía posible, y entre bostezos le pedí un momento más antes de que se fuera. 

- ¿Y ahora qué? - cuestioné acomodándome los cabellos.

- No sé. - con gestos de desaprobación - deberíamos analizar las acciones de ahora en adelante.

- No quiero que sea clandestino.

- Tampoco lo deseo - me dijo - Aunque tampoco quiero mostrarme como si nada hubiera pasado. Lo digo más que nada por mi familia, y sabés a quién me refiero.

- Lo sé. Tengo en claro eso. 

Pensaba que su ignorancia iba a ser tal para safar de la realidad. Aunque estaba más conciente que yo de las cosas. Mi tristeza abrió paso a gestos incontables de puchero, infantilmente hablando. Y su abrazo reconfortaba toda idea de obstáculo alguno. 

- Todo va a salir bien. Si me juego por última vez creyendo en nosotros, creyendo en vos, sé que va a ser diferente - ilusionado y con su mano en mi rostro. 

- Inspirador, gordo. - con pereza e incredulidad terminé - aunque no dejo de pensar que esto va a ser más difícil de lo que pensamos.

- Nada es imposible, ¿recuerdas?

 

Sabia que decir y como contenerme, pensando que yo debía confortarle. Era tan ilusa al pensar que iba a ser más debil de lo que solía ser. Lo tenía como una frágil hoja volando por ahí, sin destino alguno. Equivocada y en demasía, dispuse de darle un abrazo a paso lento acompañándolo hacia la puerta principal. Que angustia al tener que abrirle. Me le inventé quince desastres naturales y veinticinco excusas idiotas para que no debiera irse. 

 

- Quiero que te quedes - le imploré con mis ojos grandes. 

- Sé que es así, pero pronto nos veremos. No te asustes. No puedo alejarme de vos y lo sabes. - afirmó.

- Te juro que pondría cadenas por doquier para que no puedas salir. Y mandar cartas a tu mamá simulando un secuestro, que estás en alaska, pescando. Bien abrigado por su puesto - sonreí ante esa broma sin éxito.

- Me haces reír. - realmente sonrió hasta largar una carcajada - te quiero, bonita.

 

Si sabes como ponerme en aprietos. Maldición, que hermoso eras. Allí parado en la puerta tratando de despegarte de mis manos. Me pegabas unos besos en seguidilla, como apurado, aunque no te marchabas tan fácil. 

 

- Prométeme que te veré esta noche. - exigí.

- Te lo prometo.

 

Veía tu espalda desde la ventanita de la puerta de entrada, viendo como te dabas vuelta para observarme. Tirándome un beso te sonreí desde lo más alto, ya extrañándote.

 

Horas y sin más remedio que higienizar la casa entera, escuchaba de fondo música teatral. Era relajante y motivadora al refregar los pisos con una aceleración programada. Mis manos en rapidez haciendo una cosa, pero la mente volaba al momento de tus besos, de tu calor tan grato que hacía estremecer la tierra misma. Cuando de repente sonaba el teléfono celular.

- Hola amor, ¿qué sucede? - parecía que la respiración iba a dar cese con los nervios.

- Disculpame. - con tono desgarrador.

- ¿Por qué tienes que disculparte? - mi lágrimas comenzaron a caer.

- No debo seguir con esto, no es sano para ninguno de los dos. 

- ¿Le dijiste a tu mamá que estuviste conmigo?

- No es eso, tengo que alejarme de vos, porque eres como un veneno.

- ¡No mientas! ¡Me lo prometiste! - mi mente iba deteriorando toda lógica.

- Jamás te he mentido. 

- Sí, ¡lo estás haciendo ahora! - grité con dolor y mi pecho se fruncía -  no dejes que nos separen. Dijiste que ahora iba a ser siempre juntos. Nunca rompiste una promesa.

- Hay una primera vez para todo, Mar. - advirtió con furia.

- Entonces, ¿esto fue una venganza?

- No!, claro que no! 

- Permites que elijan tu vida. Mi amor, escuchá tu corazón, por favor. 

- No digas tonterías.

- No son tonterías! - parecía que mi cuerpo ya no era más que un fantasma - prefieres tener una vida así como la vienes llevando, sin mí. Sin mi calor, sin mi compañía. Sabes que esto no es lo que quieres.. y no tengo que decir más.

- ¡Esta es la realidad!

- Pero...

 

Me cortó el teléfono y no tenía más que quedar atónita. Helada por la decisión inoportuna. El dolor intenso en el pecho hizo que me cayera rapidamente al piso con gritos que no salían de mi boca. Con insultos que ni Dios me perdonaría al decirlas. La frustración corría por mis venas. Lo conocía lo suficiente como para saber que eso no era él. Ese no era el hombre que amaba. Había algo más, una realidad que no era la suya, sino de alguien más...

Viento a favor

Viento a favor

Después de observar como se iba a través de la maldita puerta, mi corazón se detuvo y funcionaba igual que un motor viejo de los años 80'. La respiración se iría apagando sin motivo para seguir emergiendo con angustia. El frío era más intenso que de costumbre extrañando el calor de tus manos sobre mi cuerpo. Me quedé freezada en la cama esperando un repentino golpe, o una entrada triunfal diciendo que lo sentías. Que todo estaría bien. Al menos eso jugaba mi mente con el corte de enchufes que poseía. Mis manos duras como piedras agarraban lentamente y con una fuerza abismal la sábana hacia mis piernas. Recorría por mi cuerpo un intenso puntazo donde ni sabía si gritar, llorar, correr hacia sus brazos antes que desaparezcan como la niebla. Me quedaría acostada, pronunciando su nombre por última vez. 

Fue aclarando el panorama al pararme con los ojos lagrimeando, pequeñas dosis de sal, hacia la puerta con pasos atontados, miraba esa puerta. La toqué creyendo que aún podía seguir el calor de su palma allí. <<Ilusa, como si pudiera traspasar esa idea tan repentinamente>> Pero con frialdad decidí ver si realmente se había ido. Abrí con desdén, despacio, para que la realidad como cuchillos no me traspasara tan rápidamente. Sostuve el picaporte oxidado en bronce opaco, lo bajé suave cerrando mis ojos tan fuertes como me era posible. Cuando en un susto, él la estaba abriendo a la par. Mi energía se había discernido cuando lo ví. Mi mano derecha se aferró al pecho resintiendo la aceleración de mi corazón. Que tendría que decir ahora que sabía que estaba del otro lado de la puerta. Esperanzado a que corra a sus brazos. ¡Que tonta que fui! Como si no lo conociera del todo.. 

- Tardaste demasiado - suspiró con alegoría.

Lo miraba encantada con todo el poco maquillaje de mis ojos corridos por las tontas lágrimas de niña desesperada. Y mi atuendo de pijama no me beneficiaba como para tratar el intento de orgullo y arrojarlo al tacho de basura. Abrazarlo porque lo deseaba con fervor. 

- Pensé que te irías sin pretexto. - relajé la mandibula de tanto apretar los dientes y mi acto de mujer seguía pretendida - sé que pienso demasiado y actúo muy poco.

- Es verdad. - afirmó él. - Tu conciencia lo analiza todo. Debo admitir que me gusta.

- No entiendo por qué te gusta si todo lo que debería ser natural, lo pienso 50 veces más que una niña de 12 al comprarse una muñeca - con tono burlón no me quedaba otra que reirme de mi misma.

Me agarró con los dos brazos, apretándolos como nunca los había apretado, me sostuvo rodeándome con ellos los muslos, y me alzó hacia sí. No podría decir lo congestionada de emociones que me tenían recorriendo el cuerpo.. el calor que intensamente aplastaba mi boca al mordermelos sin cesar. Parecía que en la habitación en vez de 5°, habían 35°.. 

Sus besos eran fuego, ese fuego invocado directamente del Sol. Como si Dios hubiera expulsado varios rayos alrededor de la casa y se estaba prendiendo en llamas. Diciendo claro, que me importaba en lo más mínimo. Me tenía entre el placard y el borde de la puerta sostenida upa, con besos que podría resucitar a la misma afrodita con tal de ser protagonista del suceso. Me posaba la mano izquierda en los cabellos con fuerza tirándome hacia su rostro con desesperación, deseando que fuera totalmente fortuito cada roce. No podía evitar la falta de respiración, jadeaba porque no me entraba más una gota de aire por la garganta... ya que todo lo ocupaba él.

Estábamos en una carrera contra el tiempo a ver quién se arrojaba primero a la cama. Le quise decir que frenara porque necesitaba un momento de chicas, claro. ¡Qué oportuna! Todo era demasiado imprevisto, ya que en sueños sólo ocurría. Dios mío, sólo me quedaba dejarme llevar, que importa. 

Me bajó suavemente sin dejar de besarme tan dulce como el olor del almibar por la mañana. Me corría paso a paso por toda la habitación hasta encontrar la desacomodada cama que yacía a unos pocos centímetros de allí.. cuando lo miré al final después de estar en una película muda, me di cuenta que estaba ruborizado. De tal forma que el frío se había ido al diablo y nuestros cuerpos querían tener una charla privada. Aunque en su paseo nocturno, el quiso hablar unas palabras.

- Sabes que esto tiene que seguir - exigió.

- Desde que empezaste a besarme, lo había decidido. - con una sonrisa entre dientes - No pretendo alejarme nunca más de vos. 

- Es cierto, ¿aceptarías cualquier precio con tal de estar conmigo? - él recordó un momento clave hacia mí.

- Aceptaría hasta el fin del mundo con tal de ser tu compañera en ese instante. 

- Entonces no tengo más nada que decir. - refunfuñó pero al siguiente ademán sonrío hacia mí - todo lo que quiero está por delante de mí.

 

Explicar una caricia más suave, que recorría desde mi cabello, seguía y seguía por el oído, cuello, hacia mis pechos que más juventud no habían llegado a tener. Todo parecía más joven y más lento cuando sus manos controlaban mi cuerpo. Era como si el planeta dejara de girar por nosotros. Todo suspendido, todo tan insignificante. Sus besos suaves y tiernos ahora, luego de la conversación, pretendían acobijarme de amor. Seguía recorriéndome, hasta mi cintura frenando de repente ahí. Me miró fijo y comenzó a hacer el mismo sendero con los labios.. hasta dejarme completamente atontada e inerte. Me dejé llevar hasta que mi desnudez consignó la tarea. Nuestros cuerpos sólo hablaban un idioma, sentía que éramos uno. Sentía que ya todo estaba dicho en esa noche. 

Te tenía junto a mí, te tenía en una escala prohíbida. Donde sabíamos que las cosas no iban a ser sencillas. Pero vos al darme tan hermosa melodía, me permitían callar al menos al admirar tus ojos almendra que brillaban como la más alta estrella. No podía dejar de contemplar esa belleza concedida por mi amor. No había imposibles tan posibles. Esta vez creo que al tenerte posado sobre mi pecho, acariciándote con mis manos, tu pelo.. iba a ser el comienzo. Este era nuestro viento a favor. 

Infectada

Infectada

 

Parecía que de alguna manera habías entrado por esa puerta de madera gastada por los años, con tonadas amarronadas.. con marcas de golpes pasados. Que al abrirla todos los sonidos se ponían en complot para aturdirnos.  Y en instantes controlaba la ira, controlaba la necesidad de golpearle a la cara por todas esas palabras que aturdían mi cabeza. Inevitablemente pretendías que el mundo se arrodillara a tus pies, como algún Dios. Aunque actuaras de manera valiente, nada justificaba tus intenciones. 

- Creo que nos debemos una conversación, por última vez. - citó en forma pausada y nerviosa.

- Creo que deberías irte por donde viniste - refunfuñé. - Las palabras ahora ni a vos ni a mi nos sirven. 

Sabía que esa mueca de tonto presumido revelaba la intención de permanencia en mi habitación como si deseara realmente tomarme el pelo.

- Sabes las cosas como fueron. - suspiró - no intentes ponerme en una posición donde no te convendría. - deseando que acabara con su charla de doble intención prosiguió - Mi vida ha sido un infierno desde que te fuiste. 

Algo me confundía. Pareciera que su monólogo intentaba convencerme de una estúpida lección, pero la intromisión no me dejaba pensar. Estaba parado con aires de elegancia pero no más que con aires de alabanza. Estaba preocupado por cerrar un libro que ya había cerrado hacia varias semanas. Sin embargo, debía escuchar lo que tenía para decir.

- La verdad es que sí. Te quiero. - Al suspirar mi cuerpo se suspendía pero continuaba - No más que a mí mismo al saber lo que es la soledad suspendida en un recuerdo. ¿No entiendes como me sentí?

- No tengo demasiadas palabras para pronunciar ya que todo lo que pueda decir será tomado en suspicacia. 

Qué sería de mi, sin las preciadas palabras. Creía que estallaba de la ira porque sólo deseaba que se fuera. Me sentaba en una posición más cómoda con mi buzo favorito de invierno y mis cabellos que mejor no discutir al respecto..

- Te ves hermosa esta noche - halagaba con pretensión - Dudo que pienses en salir. Aunque debo admitir que eso me encanta - recordaba en su intento de demostra celos.

- Me parece que debes ir al grano. - insistía.

- Todo lo que queda es muy poco. - con ademanes melancólicos decía - Debería permanecer en lejanía con vos, pero aunque quiera enojarme del todo podría pasar un mes y desear saber qué pasa en tu día - intentaba convencerme de algo que ya sabía pero sus labios se sequeban y sus ojos cambiaban en recelo - Y aunque te quiera conmigo para lograr planes y viajes, porque sé que eres una compañera excelente, temo que tengo que elegir. 

Finalizaba esa frase y mi cabeza rodaba por el piso. Mi mirada se encontraba en el piso con la alfombra que en años se había barrido y mis pies descalzos gastados por el día de caminata en la plaza. Tenía frío y levantaba la vista hacia ese rostro resignado que me miraba como si fuera su todo.. y desde luego, una extraña.

- ¿No vas a decirme nada? - con gesto de indignación - bah, qué me sorprendo, si nunca me contestas las preguntas. 

- Espera... - imploraba.

- ¿Qué quieres ahora?

Como decirle insintivamente que las cosas se habían disipado. Que mis sentimientos sólo en sueños lo deseaba más que al alba. Como decirle adiós a la persona que más amaba.. si lo único que intentaba es de que se fuera desde que llegó. ¡Que locura!

- Quiero muchas cosas ... - suspiré - pero una de las que no estoy dispuesta a completar es que no me vuelvas a dirigir la palabra. - intentaba convencerlo de algo que sonaba totalmente banal pero seguí - no paro de extrañarte, de necesitarte, y se que no estoy en postura de pedir nada, y hasta puedo admitir que me siento nada cuando estoy contigo. Como si lo que tuviera para ofrecer es demasiado poco con lo que me has ofrecido en el pasado.

Creía que iba a ser suficiente. Lo miraba penetrante a sus ojos cuando recitaba cada palabra. Sabía que se inquietaba mirando para todos los detalles de mi habitación. Sus ojos se tornaban más oscuros que de costumbre. Me frustraba porque no me miraba fijo, como si ello lo pusiera nervioso..

- También creo que me quieres... - recité.

- No estás del todo equivocada - me afirmó.

- Bueno.. - escéptica compuse una nueva idea - creo que deberías darme un beso de despedida.

Me miraba atónito. Creería que procesaba ese pedido con una rapidez por todas las vueltas de sus ojos. Estaba más preocupada por mi aliento que si rechazara esa proposición. Y sus manos comenzaron a moverse en mi dirección. ¡Qué dilema! Como iría a reaccionar si volviera a tocarme. E inmediatamente cuando se me cruzaba la idea, posaba su mano en mi mejilla acariciándola tembloroso. Y sus labios lentamente se abalanzaban contra los mios, junto a mi respiración que parecía más de una señora de 60 años que de una mujer de 22. Eran tan tibios que me olvidaba del frío que acobijaba mi cuerpo. Eran tan suaves que la seda tendría celos... y lentamente se despegaban de los míos como si lo hubiera saboreado de tal forma como un vaso de Ades por la mañana; frescos y placenteros.

- ¿Te basta? - cuestionó con curiosidad.

- Nunca me bastan tus besos - incité - siempre quiero más. 

- Por ahora creo que vas a estar bien - con un tono de voz calma que me aturdía - es necesario que me aleje de vos.

- ¿Por qué quieres alejarte de mí? - cuestioné con enojo - si lo que mas deseas es que no lo esté. 

Me indignaba de tal manera que decidí permanecer en silencio unos minutos, cuando vi que se paraba de forma agresiva.  

- ¿Finalmente te irás? - con tono de resignación proseguí - sabes que si te vas de esa puerta, no volverás a entrar - amenacé con mi última desesperación.

- Estoy conciente de ello - ya su tono controlaba su emoción, hasta sentía su nerviosismo con las manos enlazadas pero con firmeza finalizaba - sé que te puedo lastimar más de lo que te imaginas. 

- Soy conciente - valga la redundancia - pero si ese es el costo, prometo que lo soporto con tal de estar contigo. 

Mi locura ya era demasiado obvia. No quería dejarlo ir. Ya lo había hecho demasiadas veces, hasta había jugado con todo, y no merecía su atención siquiera, porque el despecho era más grande que el amor que pudiese llegar a sentir. Su boca era mi perdición. Sus manos, si estrangularme era su deseo, dejaría que lo hiciera.. con tal de morir en sus brazos.

- Adiós, Mar. 

Y esas palabras me despertaron de un golpe. ¡Hubiera preferido un tren por mi cuerpo antes que esas palabras! Un sueño más real no hubiese existido. Todo lo que me quedaba era la paciencia.. todo lo que me quedaba eran esos ojos almendra que expiran. Que sólo expulsan una miserable agonía. Y no podía dejar de sentirme culpable. No podía dejar de sentirme infectada por un veneno ajeno tan mío.

Momento mariposa

Momento mariposa

Había una mujer. Sentada nuevamente en su cárcel de turno. Su mente estaba apagada, sus recuerdos eran nulos. Sus sentimientos no poseían color. Había un sol inmenso acechando su ventana, no así alumbrando a su vida, que en agonía, resaltaba lo que quedaba en esa habitación sin sentido. En las cortinas rojas fuego que ningún decorador aceptaría. En sus sábanas vacías que controlaban su temperatura. En el intento casi nulo de mirar sus pies y fortalecerlos para levantarse de su depresión. 

Tomó casi media hora para suspirar lo suficiente y llegar a aquella esquina con verde opaco en sus pies, con esos chupa sangre, que en el fastidio consigue tomar el bendito colectivo. El calor sofocaba sus ideas, sofocaba su mirada así apagándola de un soplo tibio, e incómoda reposó sobre el vidrio.

Una hora, su rostro desorbitado logra despertarse luego de una catarata de agua. Su piel había cedido, sus manos en un tiemble por querer fumar un cigarrillo, logró entender que no estaba en el destino que debería. Sólo había un hombre por delante de ella. Nadie más...

Luego de un rato de procesar esa imagen, el móvil estaba totalmente desolado, como si la soledad misma habría tomado ese vehículo y lo convertía en su habitat natural. Se acomoda el jean, y cuando al fin se levanta de su asiento, logra notar que el hombre también lo hacía. Y a unos pasos de ella...

- ¿Sabes exactamente donde estamos?

No pude emitir sonido. Sólo un movimiento de cabeza para contestar su intriga del lugar en cuestión. Sólo veía campo.. un campo abierto con demasiado peligro al acecho, y encima la noche se acercaba. Lo único que tenía para protegerse era ese hombre.

- ¿Te molesta si bajamos del colectivo? - titubeó. - es demasiado extraño ya que nisiquiera el chofer se encuentre. Además de que me desorienté. Mi novia me estaba esperando en un bar de la estación... 

Era un rostro joven, fresco. Al menos si hubiera escuchado algo de lo que mencionó entendería un poco más, pero estaba concentrada en analizar cada detalle de sus ojos. Un color almendrado que jamás había visto. Sus labios rozados que sin exagerar su grosor, controlaba su mirada. Sus mejillas... su pelo estaba bastante cuidado, y sus manos. Sus manos eran en apariencia suaves, delicadas, y hasta pudo llegar a decir que aterciopeladas. En donde cualquier mujer se sentiría satisfecta de ser rodeada. Y al final, tuvo que soltar un poco de conversación.

- También tendría que estar en otro lugar. Con la diferencia de que a mi nadie me espera, sólo mi jefa totalmente dedicada a su profesión. - dijo con sarcasmo.

Fuimos hacia la puerta, él apretó un botón para que se abriera.

- Te parece si te ayudo a bajar, toma mi mano.

Empezamos a caminar. Ya era totalmente de noche. Los sonidos más comunes eran los grillos que lograban ponerla nerviosa. Pero él pareció estar seguro.

-Sentémosnos en aquél banco de tronco. - le dijo ella - es un buen lugar para pensar. Digo.. por la imagen.

- Que conveniente. - dijo con una mueca casi sonrisa. -

 

La conversación mantuvo un margen. No interpretó casi ninguna. Porque su concentración se perdía en la imagen de aquél hombre. Le intentó hablar de su vida, pero tan vacía no llegaba ni a media palabra. Él sí. Tan intrigante y sofocante, que en cada frase, deletreaba una moraleja.

- ¿Qué sientes con este paisaje? ¿estás cómoda?

- Creo que sí. Lo que yo sienta es un poco irrelevante.

- No seas extremista. Siente la brisa. Siéntete cómoda... yo te mantengo segura.

- Tuve una vida dolorosa..

- No tiene que ser así.

- Es inevitable..

- Cántame una canción..

- No sé ninguna... además, qué haces aquí si alguien te espera.

- Estoy donde debería.

- Esto no es real.

- En realidad esto es lo que vos quieras.

- No entiendo...

- Seré quien vos quieras, como vos quieras.

- Entonces bésame...

 

Esa sensación la mató para restaurarse nuevamente. Sus besos lograron en ella una alteración total del corazón, que tan incompleto estaba. Los dos se miraban como si se conocieran de toda la vida. Y hasta en un tiempo lejano, aniquilando al reloj, ella en su completa desnudez, recorrió el de él, con el próposito de amarlo...

Y despertó. Nuevamente en ese colectivo, había hecho la mitad del recorrido. Sólo pensaba en que maldita es la vida por traerle un sueño semejante, tan real que hasta su piel en falta de vitalidad, se contraía en sólo pensarlo. 

Simplemente se bajó. Junto con ella la decepción de estar rutinariamente equivocada. Caminó directo hacia la costa a sentarse en algún banco hirviendo por el sol de todo el mediodía. ¡Que importa el trabajo! 

Observaba intimidante a los chicos jugar en el césped a la pelota. Las parejitas soñadoras en cercanos asientos, cantándose promesas de amor. Más atrás los autos, que en sus tonalidades frías, llenaba el cemento. Después de pensar y pensar, se tomó la molestia de levantar su cuerpo e ir despacio por la escalera que tan antigua y percudida se encontraba gracias a los adolescentes del club que tanto desagrado le provocaba. Y a lo lejos un hombre misterioso, sentado en otra de las plazas de la ciudad. Aunque ya no dándole mucha importancia.. comienza el retorno.

 

Un joven. Con sueños encontrados, todos los días asistía a ese colectivo impuntual. Tenía que verse con los amigos en la costanera esa tarde, aunque se distrajo con algo más. Una mujer interesante había bajado al igual que él en el mismo lugar. Le intrigaba su mirada tan perdida observando a todos alrededor suyo. Era una chica común, alguien más de las tantas mujeres que veía pasar a su lado. Pero algo esa noche hizo que la siguiera. 

 

Otro día. Otra vez levantarse ambos a tomar el bondi. Con una actitud totalmente obstinada, ambos deciden al mismo tiempo terminar el recorrido y bajarse en el campo de la estación. Cuando ella se baja, se extraña de ver a un hombre bajarse al mismo lugar. Él, se acerca suavemente a hablarle con una voz de preocupación.

- Creo que deberías quedarte cerca, porque esta zona es demasiado terrible. Una chica como vos no debe andar sola.

Se dió vuelta y vió ese rostro con el que había soñado. Y la única reacción que pudo tener esta vez es correr y abrazarlo.

- Perdón si soy entrometida o algo parecido, pero debía abrazarte. Tenía esa necesidad irrefutable de acercarme. 

- No hay problema. 

- Deberíamos sentarnos en el pasto, ¿no crees?

- Me encantaría.

Luego de unos pasos, la conversación se prolongó tantas horas como ella lo había recordado de aquél triste sueño. O tal vez, el mejor de su vida.

 

- Que bella noche. Si pudiera hacerla eterna... lo haría.

- No te preocupes, eres eterna. 

- ¿Como dices?

- Encuentro intrigante todo lo que dices. Tengo la necesidad de pensarlo todo miles de veces antes de contestarte.

- No me digas - en medio de una carcajada - las cosas hay que sentirlas.

- Sí, soy un hombre más bien accionario.

- No parece...

- Puedo parecer lo que quieras.

- No me gusta lo que dices...

- ¿Por qué? - cuestionó - puedo ser tu compañero, tu amigo, tu amor.

- Eso es cierto.. puedes ser lo que desees.

- Quédate conmigo...

- Pero estoy aquí.

- Acércate.. quiero que te quedes conmigo y no vuelvas.

- ¿Que no vuelva a dónde?

- Sabes a lo que me refiero - dijo él. - a donde no sientas nada. A donde todo te sepa a dolor. 

Ella suave se reposó en su regazo. En la fogata que el había armado, porque la brisa era demasiado sofocante, se escuchaban sus promesas de amor. Y finalmente, quedaron dormidos, en un abrazo conciente y severo.

 

 

Él despertó, en su cama de ensueño. Al menos ella viviría en su recuerdo. Algo hizo que ese día no tomara el colectivo...