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Como Huellas En El Mar

Viento a favor

Viento a favor

Después de observar como se iba a través de la maldita puerta, mi corazón se detuvo y funcionaba igual que un motor viejo de los años 80'. La respiración se iría apagando sin motivo para seguir emergiendo con angustia. El frío era más intenso que de costumbre extrañando el calor de tus manos sobre mi cuerpo. Me quedé freezada en la cama esperando un repentino golpe, o una entrada triunfal diciendo que lo sentías. Que todo estaría bien. Al menos eso jugaba mi mente con el corte de enchufes que poseía. Mis manos duras como piedras agarraban lentamente y con una fuerza abismal la sábana hacia mis piernas. Recorría por mi cuerpo un intenso puntazo donde ni sabía si gritar, llorar, correr hacia sus brazos antes que desaparezcan como la niebla. Me quedaría acostada, pronunciando su nombre por última vez. 

Fue aclarando el panorama al pararme con los ojos lagrimeando, pequeñas dosis de sal, hacia la puerta con pasos atontados, miraba esa puerta. La toqué creyendo que aún podía seguir el calor de su palma allí. <<Ilusa, como si pudiera traspasar esa idea tan repentinamente>> Pero con frialdad decidí ver si realmente se había ido. Abrí con desdén, despacio, para que la realidad como cuchillos no me traspasara tan rápidamente. Sostuve el picaporte oxidado en bronce opaco, lo bajé suave cerrando mis ojos tan fuertes como me era posible. Cuando en un susto, él la estaba abriendo a la par. Mi energía se había discernido cuando lo ví. Mi mano derecha se aferró al pecho resintiendo la aceleración de mi corazón. Que tendría que decir ahora que sabía que estaba del otro lado de la puerta. Esperanzado a que corra a sus brazos. ¡Que tonta que fui! Como si no lo conociera del todo.. 

- Tardaste demasiado - suspiró con alegoría.

Lo miraba encantada con todo el poco maquillaje de mis ojos corridos por las tontas lágrimas de niña desesperada. Y mi atuendo de pijama no me beneficiaba como para tratar el intento de orgullo y arrojarlo al tacho de basura. Abrazarlo porque lo deseaba con fervor. 

- Pensé que te irías sin pretexto. - relajé la mandibula de tanto apretar los dientes y mi acto de mujer seguía pretendida - sé que pienso demasiado y actúo muy poco.

- Es verdad. - afirmó él. - Tu conciencia lo analiza todo. Debo admitir que me gusta.

- No entiendo por qué te gusta si todo lo que debería ser natural, lo pienso 50 veces más que una niña de 12 al comprarse una muñeca - con tono burlón no me quedaba otra que reirme de mi misma.

Me agarró con los dos brazos, apretándolos como nunca los había apretado, me sostuvo rodeándome con ellos los muslos, y me alzó hacia sí. No podría decir lo congestionada de emociones que me tenían recorriendo el cuerpo.. el calor que intensamente aplastaba mi boca al mordermelos sin cesar. Parecía que en la habitación en vez de 5°, habían 35°.. 

Sus besos eran fuego, ese fuego invocado directamente del Sol. Como si Dios hubiera expulsado varios rayos alrededor de la casa y se estaba prendiendo en llamas. Diciendo claro, que me importaba en lo más mínimo. Me tenía entre el placard y el borde de la puerta sostenida upa, con besos que podría resucitar a la misma afrodita con tal de ser protagonista del suceso. Me posaba la mano izquierda en los cabellos con fuerza tirándome hacia su rostro con desesperación, deseando que fuera totalmente fortuito cada roce. No podía evitar la falta de respiración, jadeaba porque no me entraba más una gota de aire por la garganta... ya que todo lo ocupaba él.

Estábamos en una carrera contra el tiempo a ver quién se arrojaba primero a la cama. Le quise decir que frenara porque necesitaba un momento de chicas, claro. ¡Qué oportuna! Todo era demasiado imprevisto, ya que en sueños sólo ocurría. Dios mío, sólo me quedaba dejarme llevar, que importa. 

Me bajó suavemente sin dejar de besarme tan dulce como el olor del almibar por la mañana. Me corría paso a paso por toda la habitación hasta encontrar la desacomodada cama que yacía a unos pocos centímetros de allí.. cuando lo miré al final después de estar en una película muda, me di cuenta que estaba ruborizado. De tal forma que el frío se había ido al diablo y nuestros cuerpos querían tener una charla privada. Aunque en su paseo nocturno, el quiso hablar unas palabras.

- Sabes que esto tiene que seguir - exigió.

- Desde que empezaste a besarme, lo había decidido. - con una sonrisa entre dientes - No pretendo alejarme nunca más de vos. 

- Es cierto, ¿aceptarías cualquier precio con tal de estar conmigo? - él recordó un momento clave hacia mí.

- Aceptaría hasta el fin del mundo con tal de ser tu compañera en ese instante. 

- Entonces no tengo más nada que decir. - refunfuñó pero al siguiente ademán sonrío hacia mí - todo lo que quiero está por delante de mí.

 

Explicar una caricia más suave, que recorría desde mi cabello, seguía y seguía por el oído, cuello, hacia mis pechos que más juventud no habían llegado a tener. Todo parecía más joven y más lento cuando sus manos controlaban mi cuerpo. Era como si el planeta dejara de girar por nosotros. Todo suspendido, todo tan insignificante. Sus besos suaves y tiernos ahora, luego de la conversación, pretendían acobijarme de amor. Seguía recorriéndome, hasta mi cintura frenando de repente ahí. Me miró fijo y comenzó a hacer el mismo sendero con los labios.. hasta dejarme completamente atontada e inerte. Me dejé llevar hasta que mi desnudez consignó la tarea. Nuestros cuerpos sólo hablaban un idioma, sentía que éramos uno. Sentía que ya todo estaba dicho en esa noche. 

Te tenía junto a mí, te tenía en una escala prohíbida. Donde sabíamos que las cosas no iban a ser sencillas. Pero vos al darme tan hermosa melodía, me permitían callar al menos al admirar tus ojos almendra que brillaban como la más alta estrella. No podía dejar de contemplar esa belleza concedida por mi amor. No había imposibles tan posibles. Esta vez creo que al tenerte posado sobre mi pecho, acariciándote con mis manos, tu pelo.. iba a ser el comienzo. Este era nuestro viento a favor. 

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