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Como Huellas En El Mar

El resto de mí

El resto de mí

Hay algo predecible para decirles más que efectivamente, no existo. 


Mis palabras bien se podrían ir volando en algún campo olvidado, o en alguna pantalla por equivocación. Bien podría ser una saga o una hoja de papel tirada a la basura. Sin embargo, las palabras sólo salen de mi boca. Aunque debería decir que ya no tengo boca, sino un gaseoso recuerdo de lo que solía ser. No importa realmente como es que perdí la conciencia. Cabe decirles que mi historia es turbia y obvia, pero lo son todas las historias. He leído miles, las cuales se vuelven cotidianas, efímeras, claras, sin tantas vueltas, con muchos pensamientos y fáciles soluciones. Pero la muerte déjenme decirles, es solitaria. La muerte es el claro fin de nuestra esencia. No se puede volver atrás, no se pueden cambiar las condiciones, ni hacer un contrato de renovación, simplemente es eso; dejar de existir. Y claramente a las personas les dolerá, supongo, aunque a mi no me duela ni un poco. Porque, ¿qué somos al fin y al cabo más que piezas que estorban en el hilo rojo del destino? 

En este oasis de puro vacío, solo te encuentras con los pensamientos y la viva imagen de lo que pudo ser. Las decisiones que te llevaron hasta este lugar oscuro y solitario. ¿Cuántas pasiones desparramadas en cosas tan estúpidas como el deseo, orgullo, ambición? Soy una viva espectadora de todo lo que sucedio, como pequeños flashbacks de las lágrimas que derramé y de todas las experiencias que dejaron pequeñas cicatrices en todo mi cuerpo; aunque claro, ya no las tengo, desaparecieron en alguna parte de ahí, o de allá. Para que sepan estoy señalando el infinito oscuro que me rodea. Cierto, no es gracioso. Aunque la vida lo es. La muerte es triste. Sin embargo, no siento esas emociones. Sólo quiero decir estas cosas porque es lo que queda. Es la única cosa que queda. 

 

Vi pasar esos ojos. Uno no suele observar, sólo mira. Cosa que está correcto porque observar lleva un desgaste físico terrible. Más las emociones que te provocan si realmente te preocupas por eso que estás viendo. Inevitablemente, la ví. Corrió tanto, lloró tanto, se enojó tantas veces por las mismas tonterías desde que tiene memoria. Era como un maldito espejo. No uno retrovisor, uno de 360º. Me abrió y me golpeó aunque no lo sentí. La empecé a perseguir. Había algo que me empujaba a seguirla dejenme decirles, pero algo no estaba bien. Tenía un gorro colorado. No se lo sacaba nunca. Y lo sé porque estuve sentada en su puf de monster inc muchas horas como para saberlo. 

Me gustaba verla enojada. Me gustaba verla sonreír por algún comentario o alguna fotografía que veía en su pantalla de celular. Era una adolescente.. sólo eso.

Estuve en su primer beso, con un idiota que claramente solo quería llevarla a la cama, y miren que lo intenté, le pegaba muchas cachetadas para que se diera cuenta pero pasaban de largo, como cuando golpeas el agua. 

Luego, cómo en la escuela la maltrataban y la dejaban de lado, y quería gritarle que estaba ahí aunque, sí chicos, no podía emitir ni un sólo sonido. Quería decirle tantas cosas, decirle que estaba bien enojarse, que estaba bien romper los cuadernos. Que está bien sacarlo todo afuera antes de que te mate. Aunque ella no tenía amigos, me tenía a mi. Quería decírselo... 

Los padres nunca estaban y cuando estaban, sólo se dignaban a mirar la televisión, a discutir cosas sin sentido, a ignorarla completamente. Ya que cada vez que hablaba para contar alguna experiencia, el padre cambiaba de tema. No eran del tipo de personas que comprendían, quisieran saber sobre tu día. Estaban eclipsados por el "cansancio", las horas perdidas en un trabajo y en la política que no cambia nunca. Quería gritarles .. decirles..  

Y por último.. vi lo más injusto de todo lo que había visto hasta el día de lo que tengo memoria, claro que mucho no recuerdo, pero de ella sí. Estaba sentada en esa computadora, leyendo una historia de una chica que quería cambiar su vida y se aislo en alguna montaña donde no recuerdo el nombre.. para encontrarse asímisma, salir adelante y olvidar su pasado; renacer como el ave fénix. Armó su bolso, y sólo se fue... pude alcanzarla hasta la terminal y ver su determinación, quería escapar con tanta desesperación que se olvidó de observar. Se olvidó de observar....

 

Quedé impotente.. hasta donde llega ese dolor de que el mundo te aisla hasta el punto de no querer existir en él. Hasta que dejas de estarlo. La amaba.. me amaba con todo lo que podía. Quería una vida lejos. Una vida como la que ella pensaba que iba a tener y que nunca tendría por no observar. No es esa estupidez de ver la vida pasar ante tus ojos, porque de esa manera no fue. 

Sentí alivio. Al fin iba formar parte de algo grande fuera de toda esta mierda. Pero ya ven, ella no pensaba lo mismo que yo. A ella le importaba.. le dolía. Quería ser querida, respetada y sobre todo.. quería saber la verdad. 

Había muerto, sola en esa cabaña. Sola. Totalmente a oscuras porque este lugar no tenía luz. Siquiera las velas, ya que la humedad las arruinó. Mi corazón ya no soportaba todo lo que conllevaba vivir. Porque ¿saben? todos los obstáculos que tiene son cuchillos que te acarician para ver la fortaleza que tienes, lo que puedes aguantar. Y las personas son seres malvados, como logran rebajarte y dañarte tanto psicológicamente sobre la moral y sobre todas esas mierdas que no nos interesan, solo a ellos. Estaba cansada de ser la hija que ayudaba, la madre que no fui. La chica fácil de la que todos inventan cosas, de la fría, de la triste y traumática. Y aunque no lo crean y después de todo ese dolor mental que me llevó a aislarme lejos de todo, me encuentro perdida en esta oscuridad para siempre. Aunque esa luz, esa pequeña luz que me sacó aquella niña, siempre estará acompañándome. 

 

 

- ¿Te encontré al fin? - dijo ella asustada.

- Sí, amor.. - dije con un suspiro - te estaba esperando.

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