Blogia
Como Huellas En El Mar

Linea de salida

Linea de salida

No tengo idea donde estoy. Tengo una presión en el pecho pero no sé que sensación es. No puedo identificarla como propia. Estoy sintiéndome ajeno a ese vacío. Pero aunque estoy lúcido me siento dormido. ¿Qué me pasa? ¿En dónde estoy? No puedo abrir los ojos. Solo oigo la voz interna y los latidos del corazón. Huelo algo.. huelo algo que reconozco de otro lugar, podría ser moho, podría ser.. sí, creo que es humedad. Intenso, debo admitir. Pareciera que estoy reducido y me encuentro rodeado de esta humedad. O será la presión que no me atormenta.. no puedo deducirlo. No veo absolutamente nada. ¿Por qué no estoy despierto? Si así me percibo. Probaré mover los brazos así sentiré el espacio. No puedo moverme tampoco. Debo estar cedado. Un momento, no creo estarlo, sino no podría razonar.. si estuviese en una operación y me hicieran una cirugía debería estar inconciente, pero no lo estoy. Entonces, ¿Dónde estoy?

 

- Buenos días, cielo. - dijo una voz.

Fue como un eco, casi imperceptible pero no para mí. Acaso será que hay otra persona en este sitio oscuro y mojado, pero aun no puedo moverme. Tampoco me desespero, ¿que rayos?

- Despierta, dulzura. - volvió a hablar esa voz.

Sí, exacto. Es una voz. Una ronca, molesta y sarcástica. Reconozco ese tono porque también hablo así. Aunque no pueda dejar de pensar en la maldita humedad que inunda mis fosas nasales.

- Vamos, vamos.. no tengo todo el día. Sólo tengo una hora y me estoy desesperando - exigió.

¿Una hora? Acaso habrá algún reloj. No oigo el tic tac que suelo odiar cuando estoy trabajando. Claro, cierto, el trabajo. Estaba en el trabajo. Sonó un teléfono.. ¿qué pasó? No puedo juntar las imágenes. Estaba allí, luego estoy aquí. ¿Qué sucedió en el medio?

- Bueno, vamos a despertarte de una vez , y te explico todo lo que te cuestiones, querido unicornio. -

¿Qué quiere decir con despertar?

- VAMOS! - exclamó impaciente - VAMOS!

Y sí, pude abrir los ojos. Así sin más. Ya estaba pensando que me encontraba muerto, pero no lo estoy. Ahora veo todo claramente. ¿Estoy atado? No. Sólo recostado. La habitación a penas se percibe, estoy entre cuatro paredes de cemento llenas de rayas blancas tachadas y muchas manchas de humedad; lo sabía!

- Tenemos que hablar, imbécil - dijo y me miró fijamente. Su silueta la percibí en la poca luminosidad de la celda; sí, celda. Maldición.

- ¿Dónde estoy? - pregunté torpemente. Aún me encontraba desprevenido.

- No importa donde estás, sino como llegaste acá.

- Claramente... - dije revoloteando los ojos.

- ¿Sabes que hiciste?

Fue una pregunta directa. Entonces sí hice algo. Por eso estaré en esta celda roñosa y desalineada. Además de ese torpe vacío... habré hecho algo malo. ¿Realmente fue malo?

-¿Sabes que hiciste o no? - dijo con más ímpetu que antes.

- No tengo idea, me refresca la memoria por favor.

- No seas condescendiente conmigo. Esto es una situación complicada.

- No me diga.. - dije mirando alrededor.

- Usted asesinó a su esposa. - soltó rápidamente - ¿se arrepiente?

- ¿Esposa? - cuestioné - isabella..

Y de repente tuve esas imagenes. Esas que asomaban su nariz. No podía unirlas porque estaba en un estado aún confuso, pero se que están ahí. Veo a un hombre.. sí. Entré a mi casa y vi a un hombre... y mi mujer estaba en la ducha. No recuerdo más nada. ¿Qué hice?

- Sí, esa misma, edgar.

- Lo siento, no tengo la mente clara.

- Cuéntame. Vamos.

- ¿Y vos como lo sabías?

- Lo dijiste dormido, claro está.

- ¿Y por qué dijiste una hora?

- Sólo estaba jugando - dijo con una mueca de satisfacción y la ví porque su rostro se podía percibir ahora que mis ojos se acostumbraron.

- Cuentame la historia...

- Bueno, ya que no tengo a nadie más y claro está que no puedo salir... te diré.

Ahora todo vino de un sólo golpe, como ráfagas de viento en la tarde de verano. Recordé cada momento.. en que mis manos tomaron la iniciativa e hizo todo el trabajo. Me perdí completamente al saber que mi esposa estaba engañándome.

- Edgar.. dime cómo te sentiste.

- Solo sé que perdí la cabeza cuando vi el engañó. Me quemaba el pecho pero no podía hacer nada más entonces tomé el cuchillo silenciosamente de la cocina y degollé al hombre. - comencé a decirlo y ese vacío empezó a llenarse. - Al ver toda la sangre derramada en el suelo y el hombre agarrándose el cuello, no podía quedar ahí. Tenía que buscarla inmediatamente en la planta alta. Se estaba duchando, ¿puedes creer? Satisfactoriamente mientras estoy destrozando mis manos por traer el pan a la mesa. Y ella se está duchando.

Mis ojos empezaron a ensombrecerse y a respirar dificultosamente, me sentía rojo.. aunque no estuviera realmente herido.

- Prosigue.. - pidiò amablemente.

- Subí las escaleras que van al primer piso y recorrí el pasillo con toda pasividad hasta toparme con mi habitación. Me encontré la cama deshecha, ropa y zapatos en el piso. No voy a pensar que ese hombre era un delicuente y mi mujer desapercibida se pegaba una ducha. Era su maldito amante y regocijada se mojaba el cuerpo con mi agua caliente. Maldita zorra.

Se escapaban de mi esas palabras, pero no sentía absolutamente nada. Y ese hoyo que antes estaba entero ahora ya no estaba.

- Me asomé al baño, me acerqué a la ducha y le dije su nombre. ¿qué pasó? La apuñalé sin medida. No tengo idea cuantas veces lo hice... solo lo hice. Corrí esa maldita cortina espantosa de peces rosados, y lo último que le dije antes de ... no importa, le dije que era una maldita zorra. Lo repetí mil veces, y se sintió tan bien.

Listo. Lo saqué. El shock desapareció si en algún momento lo tuve. Pero sé muy bien que es lo que hice y me siento malditamente bien, más allá de este puto moho.

- Excelente.

Sólo eso dijo. Nada más.

 

 

- Bueno, había hecho una apuesta con mis compañeros, pero al parecer perdí. Al menos fui lo bastante estúpido como para pensar siquiera en la segunda opción.

- ¿Qué carajos dices? - dije con rabia en mis ojos cerrando los puños.

- Este es el limbo, tu juicio.

- ¿Limbo? ¿Estoy muerto?-  pregunté con esceptisismo.

- Sí, edgar. Y yo soy el ángel de la muerte.

Estoy muerto. Increíble. Un ángel.. un maldito ángel.

- ¡Esas cosas no existen! - grité con indignación, y naturalmente me abalancé contra la figura que pronto desapareció, así chocando con la pared.

- Claro que existen y esta era tu oportunidad de redención.

- ¡Me importa una mierda! - exclamé desmedido.

- Por supuesto que no te importa, y eso era lo que me esperaba, cielito.

 

Intenté acercarme tantas veces como pude hacia esa monstruosidad, pero no hubo caso.

 

- Listo. Se ha cumplido una hora.

- No iré contigo a ningún sitio.

- Ya estás conmigo en algún sitio.. y arderás para siempre.

 

Y con mi expresión oscura, volví a sentirme inmóvil y caliente, malditamente ardiente.

0 comentarios