Blogia
Como Huellas En El Mar

Conociéndome.

Conociéndome.
Una noche cualquiera me paré frente a esa puerta y escuché lo que sería el último recurso. El grito que hace que mi boca se pierda y diga secretos al corazón de la noche. No tardé. Ya era el momento. No podría estar más sin revelarlo. Pasé demasiadas noches sumergido en voces, diciéndome una y otra vez lo que tuvo que haber pasado. Ya no queda más. El reloj me mira enrojecido. El cigarrillo se consume en mi mano. Mis pies están ardientes del frío que azota esta maldita noche. Hay poca luminosidad así que no hace falta que haga más nada. Está perfecto. Lo único que falta es que me vaya. No, no puedo irme. No después de saberlo todo. De haberme dicho que sería la última. Es la última. Siento que debería estallar y gritar a los cuatro vientos lo que por poco me llega a matar.
Aunque tengo miedo.. me tiene más miedo. Sigo mirando a la puerta. La oscuridad se torna cada vez más apagada. No hay más luces. No me llegan a cubrir la cuota de visión. Estoy quedándome ciego. No debo hallarlo. Es demasiado para mí.

Ahí estaba. Ese rostro. Está apagado. Está muriendo. Se siente gris y decolorado. Aunque me sonríe. La puerta no quiere abrirse. La ventana está humedeciéndose. El espejo me devuelve lo que siempre supe. Ya lo sabía. No quiero más esto. Aunque me encanta. Como desearía llegar más lejos. Tiemblo. Las manos están ásperas. Respiro hondo, se me calma el corazón, aunque esa alma está poniéndose salvaje. Esta vez no hay voz que me aclare. Sin dudas, sin remordimientos, debo hacerlo...

Tenía razón. Siempre tuve la razón. El cabello se me caía de propia inercia. El frenesí se volvió un rico placer. El sorbo de aquél whisky nunca se sintió mejor. La música me envolvía en un cálido blues. Sabe que me fascina. Sabe lo que pienso hacer, y no repara en cumplir mis fantasías. Lo encontré. Es tiempo de moverme de este asiento. De salir de este antro y toparme frente a frente. Es hora que actúe.

Dijeron que estaba perdido. También dijeron que sufría de paranoia. Pero la verdad es que jamás me había sentido más vivo. Al final.. todo se reduce a esto. Me odiaba... pero aunque estaba dudando de hacerlo, al final de todo siempre quedaré yo. Así que aquí estoy, en el mismo lugar, observando la misma puerta, viviendo una mierda distinta, pero qué importa si nunca estuve ahí.

0 comentarios