Carta a un extraño
Había visto miradas en el pasado que transmitieran fuerza y anhelo. Esas miradas que buscan algo que los llene y los envuelva. Buscando un momento, que les de electricidad y les instale un mapa a seguir. La conozco porque siempre la tuve también.
Así empezó la historia que nunca debería haber comenzado.
Mi corazón estaba listo. Restaurado para darle rienda suelta. Para brindar todo lo que le fue arrebatado en poco tiempo. Las historias fueron turbulentas, capciosas y hasta venenosas. Llenas de culpa, odio, frustración y el amor que se profesaba era vacío en promesas, vacío de intención. Los sonidos aturdían las palabras más inertes dandole paso a aquellas que resultaban como el canto de una sirena. Así fue que te conté mi historia de dolor y te abrí mi corazón. Te lo di esa tarde y había decretado que tu serías el "para siempre". Pero olvidé el detalle... de que tal vez para vos era un "mientras tanto"...
No quise verlo porque cuando me entrego, estoy completamente sumergida en la meta, mejor llamado sueño, porque eras un sueño. No te llené de expectativas, no te puse en un pedestal por necesidad ni tampoco te cargué de una esencia que no estaba. Compré. Compré con pago íntegro lo que me vendiste, y amé cada segundo de tu sonrisa, tus enojos, tus miedos, tus sueños. Lo único que deseaba era cumplirte todo, dartelo todo. Pero en algún momento del camino... o mejor dicho en unos pocos meses, esa mirada de la que me enamoré, ese fuego que ardía por mi, fue desapareciendo. Fue menguando. Sentía que siempre corría detrás de vos como una ilusión. Y sólo quedé congelada en el tiempo, luchando contra el fantasma de la verdad.
Tu verdad seguramente la habrás mencionado a "los seres queridos". Pero la mía tiene otro tinte. Lejos de ser víctima porque elegí estar ahí y fuiste muy amable en hacerlo todo para que me retire. Pobre de mi, que no me rindo a la primera. Pero lo que más me enoja no es la falta de amor y pasión que me negaste, fue el descaro de decir que lo sentías. No me enoja que me engañaras, me enoja que sostengas que no lo hiciste. No me enoja que todo lo que hiciste inconciente (O no) lo vieras como parte de tu personalidad, sino que me enoja y mucho, que lo veas como algo natural.
Y lo que más me enoja es haber sostenido la confianza, la entrega y la dedicación, cuando vos lo único que esperabas era que se termine. La cobardía más grande fue que esperaras a que llegue otra cosa que te distraiga para tomar la decisión. La decisión que deberías haber tomado a los tres meses que dejaste de sentir.
Me denigraste, me hiciste sentir culpable, me hiciste sentir que lo que sentía estaba errado. Que era el problema. Que me hiciera tratar porque no se puede vivir así. Me escupiste. Me humillaste. Me dejaste mal parada delante de todo "tu" mundo porque "somos así, fumatela". Y el único pecado fue haberlo aceptado. Cuántas veces dijiste que no entendías a las mujeres que sostenían un vínculo de maltrato sea fisico o psicológico, claro... no veías que vos estabas haciendo justamente eso.
Mi bronca y dolor se fundan desde lo más profundo, porque lo más profundo era un amor que nunca debió comenzar. Un hogar agarrado con cinta. Me mantenía en el camino porque tenía la esperanza, porque una vez más, no me rindo a la primera. El tema es que dejé de lado que aunque me dijeras "te amo" en realidad estabas diciendo con todas tus acciones "vete de una vez". Me reprocho eso. Me reprocho haberte creído. Me reprocho haber permitido que mis traumas y mis inseguridades aceptaran este maltrato y validaran esto como "amor".
Vos no sabes lo que es el amor. Dudo que lo hayas sentido alguna vez.
Uno desnuda el alma al otro para que sepa que es lo que encontrará. Uno se entrega para saber si el que recibe está dispuesto a amarlo todo. Porque nadie es perfecto, seguro que tampoco lo soy, pero sí que te amé. Ese hombre con una mirada de fuego que podría comerse el mundo entero y que quería recorrerlo, pero claramente no conmigo. A ese hombre, amé. El que me dejó, solo era una imagen distorsionada de si mismo, perdido, confundido y ausente. Una mirada vacía, llena de incertidumbre y que lo único que tiene para ofrecer es un constante terremoto.
Tengo mucha ira porque todo lo que te quería decir, todos los insultos que tenía preparados cuando me enteré, se fueron como la marea. Lo que me detuvo fue mi integridad. Mi orgullo. Porque nada hice mal. Lo único que hice mal fue alguna vez tener sentimientos para con alguien tan poca cosa. No podés pretender que una persona te entregue todo lo que pedías si vos no tenías ni un cuarto. Todo lo que dijiste que tenías para ofrecer, no existe. Toda construcción se cae en cuanto la comienzas, porque tus bases son de papel.
Me quedo con esta ira porque es parte del proceso, porque es parte de todo lo que construí. Pero las raíces quedaron expuestas para ser absorbidas por el clima. Absorbidas por el tiempo. Y lo que una vez fue un sueño, ahora es solo un minuto y medio de pesadilla. Hasta que algún día, sólo seas una anécdota en el mundo de los locos que creen tener la razón.
Estas palabras son solo imágenes que tarde o temprano, se borrarán. Hasta que siquiera note que alguna vez exististe.
0 comentarios