Un minuto de silencio

El mundo es de una manera tenebrosa y a su vez un poco de encanto. La realidad es tan concisa como tus ideas al realizarlas. Te pesa un huevo la mochila de la espalda, y nadie puede agilizarla, nadie puede tomar tu lugar, nadie puede comprender la densidad del problema. Lo único que queda es esperar. Esperar el milagro de que la mente se apague y reinicie, en un estado sumamente corporal.. que no pierda los recuerdos pero que en ignorancia se ria sin cesar. Que el mundo que la moviliza se prenda en una aventura totalmente ajena a sus ideales. No queda más nada. Bah, quedan tantas cosas por descubrir, quedan tantas maneras de expresión que no me alcanza la vida. 

Imagina que el cielo es el límite. Entonces no habría algo por lo que volar. 

Imagina que la tierra es sólo una imagen de nuestros deseos. Sobrevaloramos demasiado el suelo para destruírlo de esta forma. 

Imagina.. porque imaginar no tiene precio. Las palabras están limitadas, las acciones están congestionadas por leyes que inhiben a la creatividad. 

Recuerda.. que la soledad no es tan mala.. es espantosa. Toda una vida de caminos con objetos que te pueden lastimar los pies. Que te pueden atrasar más las metas. Cuando todo es precario, cuando todo se torna imposible.. la mente se contrae y pierde el control. 

Sólo pierdo el control, porque no hay nadie que me susurre al oído el sentido de la vida. 

Pierdo el control, y también mi corazón.