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Como Huellas En El Mar

Valorizaciones

Valorizaciones

El clásico momento de parálisis se contempla en fracciones. Se puede determinar por palabras que son espinosas, pero al fin y al cabo, son palabras. Esas que sabes que te pueden herir de la peor forma. Esas conclusiones son penosas. No es trabajar es el tiempo que te queda, sino reir porque ese tiempo llegará a su fin, y no tendrás escapatoria al tener que aceptarlo. ¿Difícil aceptar? Puede ser, el ser humano tiende a ser suicida con las decisiones, y eso no quiere decir que las mismas sean de tendencia destructiva. Un nuevo día se puede acercar porque tienes esperanza de que vuelva. La idea de que esa esperanza crezca y crezca como lo hacen las flores, o si cambia la estación. ¿Quién cuestiona a la naturaleza con sus elecciones de destrucción? Si ella es la más lastimada de todas las etapas de la tierra. ¿Quién la entiende a ella? ¿Quién entiende sus probabilidades de crecer? Si quiere quitarte la vida, lo hace por fuerza mayor. Para un objetivo. Es de valorar. Es de admirar que tome el mundo con sus riendas, sabiendo que puede ser destruída y nunca se entendió el punto que quiso expresar. Los sentimientos para los seres humanos son como nuestras piernas, necesitamos de ellas para seguir. Y eso nos hace mejores personas, o nos destruye como tales. El arma más letal de todo es el instinto. El instinto de supervivencia, consta de todo lo moral y lo seguro. A nadie le importa si estás bien mientras no les cuestes la vida. Todos coordinamos en un bien común hasta que afecta al propio. El egoísmo es un sentimiento poderoso que mueve las individualidades, y no importa a qué costo. Es veneno puro. Es el ser más doloroso, lo que nos controla, lo que nos hace tan despreciables. La cultura sonroja a la corrupción, y esta controla al mundo. Quién quiere este mundo lleno de sobornos y risas falsas, si tenemos la clave para el éxito. Somos ratas de laboratorio. Somos especímenes que recordamos un pecado. Somos la personificación del dolor. Y nos gusta. Nos agrada estar en el estado de control. Ese control que inconcientes lo cedimos a otros, como maestros titereteros. Es tarde. No consigues paz. Y no hay una soledad que valga esa paz. No somos islas, dijeron. No podemos vivir atentos a un apocalipsis.. Quien valora que hayas dado la mano a una señora para que cruce la calle. No importa y no hace la diferencia que hayas devuelto los centavos de más que te dió el almacenero. Y ni hablar si no te copiaste de un éxamen. ¿Quién valora tu actitud?

No vales de tí mismo para vivir pero si sobrevivir a la boca del lobo que es la sociedad, porque en esta selva de cemento, hay que saber cuando cerrar tus ideas, y cuando determinar su valorización. Las palabras jamás se las lleva el viento, no si lo permites.

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